CASO LLARRAZ.
SIGUEN LAS DECLARACIONES CONTRA EL SACERDOTE.
Una séptima víctima se presentó en los Tribunales de Paraná y brindó a la Justicia un testimonio revelador sobre el comportamiento del cura Justo José Ilarraz mientras fue prefecto de disciplina en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, entre 1985 y 1993. Ilarraz está seriamente involucrado en una causa penal que investiga el delito de corrupción de menores agravado, y que tramita el juez de Instrucción Alejandro Diego Grippo. El cura fue estrecho colaborador del ahora cardenal Estanislao Karlic cuando este fue arzobispo de Paraná, y más tarde, responsable de los menores que iniciaban su camino al sacerdocio en el Seminario.
En 1995, la Iglesia realizó una investigación diocesana, y escuchó el testimonio de las primeras víctimas de los abusos sexuales del cura, y al año siguiente le impuso una sanción simbólica: le prohibió volver a pisar suelo de la diócesis, ni tampoco tomar contacto con los seminaristas.
Entonces, Ilarraz se encontraba en Roma, adonde había sido autorizado a viajar por el propio Karlic, en 1993. A su regreso, se distancia del sacerdocio, vivió un tiempo en Buenos Aires, y más tarde recaló en Tucumán. En esa provincia, la Iglesia no tuvo en cuenta su pasado, y lo destinó como párroco a la pequeña localidad de Monteros, adonde estuvo hasta septiembre último, cuando fue suspendido.
Testimoniales. En la causa judicial, además de las siete víctimas, ya han declarado varios testigos, entre ellos, dos curas, Leonardo Tovar, de San Benito, y Pedro Barzán, ex bedel en el Seminario y colaborador de Ilarraz, ahora radicado temporariamente en Italia.
El juez Grippo también la declaración de cuatro obispos: el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari; el emérito, Mario Luis Bautista Maulión, el cardenal Estanislao Karlic, y el obispo de Concepción, Tucumán, José María Rossi. Todos ellos están alcanzados por la prerrogativa de poder declarar por escrito y no presentarse en los Tribunales. Pero sólo Puiggari respondió al pedido del magistrado, y manifestó que declarará por escrito.
El resto, ninguno lo hizo.
De acuerdo a lo que indicaron fuentes judiciales consultadas la séptima víctima que se presentó es un policía en actividad, casado, ex seminarista, que aportó datos muy relevantes.
Aberrante. “Esta persona contó que Ilarraz abusaba de los menores en la ducha de los pabellones, generalmente después de jugar un partido de fútbol, y cuando estaban duchándose. Siempre lo hacía con un grupo de tres o cuatro. Primero los masturbaba, y después él hacía lo mismo frente a ellos”, detalló la fuente. Este ex seminarista era parte de ese grupo de los que Ilarraz abusaba. “A él también lo abusaba. No sólo contó las escenas de masturbación en las duchas, sino que después relató un episodio: que el cura recorría el pabellón, se sentaba junto a la cama de alguno de ellos, lo manoseaba, lo tocaba, los masturbaba. También relató que fue testigo del acceso carnal por parte del cura a una víctima”.
La situación, añadió la víctima, pudo volver a repetirse durante un campamento de verano. Sólo que esa vez la víctima del abuso se rehusó. “Pero además recordó que una vez el cura lo sacó a esta víctima, junto a ese mismo grupito de seminaristas, y los llevó afuera del Seminario, a una casa particular –continuó–. Ahí, otra vez lo mismo: los desnudó y los abusó”.