Cincuenta días han pasado desde la misteriosa desaparición del quinielero Juan José Morales, Pocho, como todos le dicen en San Jaime de la Frontera, y tanto la familia como la Policía están desorientados y repiten una misma frase: “No hay novedades”.
Algunos familiares y allegados marcharon anoche nuevamente por las calles de ripio de la pequeña localidad de 5 mil habitantes reclamando la pronta aparición del quinielero desaparecido desde el 30 de agosto pasado. Partieron desde la parroquia local, donde cada martes los congrega el cura Hugo Grimaux, y caminaron con velas y antorchas; rodearon la plaza Tambor de Tacuarí, encendieron la Lámpara de la Memoria y terminaron frente a la agencia de tómbola de la familia.
Mientras tanto, los investigadores esperan que el ofrecimiento de una recompensa despierte el interés de alguna persona que pueda saber qué ocurrió con Morales, aunque a diez días de haberse efectivizado la medida nadie ha llamado ni a la Policía ni a la Unidad Fiscal de Chajarí, a cargo de Julia Elena Rivoira, y tampoco a los familiares. Hasta el cura párroco y el intendente están abiertos a recibir datos si es que eso lleva seguridad al informante.