Por una enfermedad genética, Aníbal Sayavedra sufrió cuando tenía apenas 23 años la extirpación del colon, el recto y el ano. Fue sometido a tres operaciones con las que logró mejorar su calidad de vida. Destacan la labor de los médicos.
Sayavedra, prácticamente no tenía elección: su padre había muerto por esa patología (poliposis adenometosa familiar).
Desde esa edad, Aníbal tuvo que andar a cuestas con la bolsa de colostomía. Pero ahora su calidad de vida mejoró, gracias a una cirugía que “no registra antecedentes en el mundo y que fue obra de un grupo de cirujanos argentinos que se desempeña en el hospital Udaondo de la ciudad de Buenos Aires”.
Sayavedra pasó por tres intervenciones quirúrgicas complicadas, pero el resultado, hasta el momento, fue óptimo: Con su propio intestino delgado, los profesionales le reconstruyeron el recto, el esfínter interno y el conducto anal en la primera intervención, realizada en 2009. Un año más tarde, le colocaron un esfínter artificial alrededor del conducto anal, que es controlado mecánicamente a partir de un pulsador ubicado en el escroto.
Y finalmente, en una tercera intervención, a fines de 2010, le cerraron el orificio de donde salía la bolsita de colostomía. De ese modo, se convirtió en la primera persona en el mundo sometida a cirugías de reconstrucción completa del piso pelviano para revertir el ano contra natura.
Aníbal Sayavedra trabaja actualmente como personal administrativo en la secretaría de Estudios de la Escuela de Agentes de Policía de Villaguay y lleva una vida prácticamente normal.
El hombre, que vive en el sector más nuevo del barrio 40 Viviendas, en la zona norte de la ciudad, es soltero y no tiene hijos. Su madre, que tiene su casa en el barrio 186 Viviendas, fue quien le dio impulso para realizar la primera consulta, cuando vio en un noticiero un informe sobre un trasplante de intestino realizado en la Fundación Favaloro. A partir de ahí, y durante cuatro años, Aníbal deambuló entre consultas, estudios y cirugías, realizadas por el médico Carlos Miguel Lumi, del Udaondo.