La Madre de Plaza de Mayo de La Plata Nora Centeno fue brutalmente golpeada en su casa de Villa Castells por dos sujetos que ingresaron a robar. No hicieron ningún comentario sobre los juicios por los crímenes de lesa humanidad, pero se ensañaron con ella cuando les dijo que pertenecía a la organización. Estaba con su nuera, su actual compañero y su hija de dos años, pero sólo se ensañaron con ella. El robo, que recién trascendió en las últimas horas, ocurrió el sábado entre las 15 y las 16 en la casa de Centeno, en 13 entre 488 y 489, frente a las vías del ferrocarril Roca. Este martes, cuando fue a peinarse y por primera vez se vio al espejo, Nora decidió que tenía que saberse. “Los compañeros tienen que saber lo que pasó”,
El sábado estaba en la cocina, pelando unas verduras, cuando sintió que le pasaban un cordón por el cuello. Pensó que su nieto le hacía alguna broma pesada. “Joaquín, dejate de joder”, dijo. Joaquín había salido.
El hombre que estaba sobre sus espaldas le pegó un culatazo en la cabeza y la tiró al piso. Le ató las manos a la espalda y la arrastró hasta el quincho, donde la nuera y su pequeña hija de dos años habían sido encerradas en el baño. La pareja de la nuera estaba tirado en el piso, boca abajo.
Los delincuentes empezaron a tirar todo, a gritar y a golpearlos. Centeno trató de que pararan y les dijo que era Madre de Plaza de Mayo. Uno de los asaltantes se ensañó y comenzó a golpearla con más dureza.
De los pelos, arrastrándola por el piso, el ladrón llevó a Centeno hasta el escritorio, donde ella había dicho que tenía 500 pesos, pero no encontraban nada. Entonces el hombre amenazó con darle un tiro al perro y luego a ella.
Los ladrones cargaron un plasma, una computadora, le sacaron la cadenita de oro a la nuera y también los anillos. Todos le dieron el efectivo que llevaban y sus teléfonos celulares. Después de una hora, encerraron a Nora en el baño y se fueron.
“Cuando escuché que ya no estaban me desaté, que fue bastante difícil porque todavía tenía los guantes de cocina puestos, y salí a ver cómo estaban los demás”, contó.
Después, mientras repasaba lo que había pasado, se dio cuenta que habían entrado por la casa vecina, de la que está separada por un alambrado. Y le sonó sospechoso que a la única que hubieran golpeado fuera a ella.
“El que me golpeó no estaba dopado”, dijo. “Ni era un pibe de 20 años. Ni un marginal. Además, se quedaron por lo menos una hora”, describió.
Nora se reivindica como una militante política, pero no tiene ninguna certeza para unir el robo con una agresión que pueda estar relacionada con la defensa de los derechos humanos. El único hecho raro fue que se ensañaran con ella y que apenas golpearan a la pareja de su nuera, un hombre de unos 50 años.
El tiempo que usaron los delincuentes también le resulta sospechoso, pero tanto la policía local, como varios funcionarios se acercaron a ver cómo estaba. Ella exigió saber quién fue. Y si los mandó alguien.