“Nos vamos a movilizar, no tiene que quedar así la muerte de un animal”, afirmó una de las mujeres que alimenta a los perros.
“Yo voy todos los días a alimentar a esos animales que hacen guardia en el Ferrocarril, y a uno de los más amorosos, más buenos, llamado Colita, lo encontré muerto. Pensé que lo había chocado un auto, pero mi compañera me dijo que no podía ser, porque ese perro vivió todos los días en la calle. Lo dimos vuelta y tenía un agujerito en el costado izquierdo, por un disparo derecho al corazón, bien certero”, contó Mercedes Rezzet.
Un vecino que las acompañó para sepultar al animal observó la herida de bala, y supuso que la misma podría ser de un arma calibre 22, ya que deja una herida pequeña de ingreso, pero puede recorrer el interior del cuerpo hiriendo los órganos y causar heridas mortales.
El viernes Rezzet radicó la exposición policial en la oficina de la comisaría segunda, en una de las dependencias del Ferrocarril, por la supuesta infracción a la Ley Nº 14.346 de protección animal, contra autor desconocido.
La mujer, de 59 años, se dedicó a investigar lo sucedido: recorriendo el barrio y dialogando con vecinos y empleados del Ferrocarril, se encontró con que muchos coinciden en la posibilidad de que el agresor sea un hombre de la zona, muy violento, que estaría armado con un arma calibre 22, pero ante la falta de pruebas y de alguien que haya visto algo, no se lo puede nombrar para identificarlo.
Al día siguiente a la muerte del perro otra proteccionista encontró a otra perrita, llamada Catalina, de la misma manada que Colita, con una herida en el lomo. Ya había sido asistida y cocida recientemente, y la lesión era también por un disparo de arma de fuego.
Según contó Rezzet, en principio se “descartaría la posibilidad de un intento de robo” a las instalaciones del Ferrocarril, ya que el perro víctima del disparo mortal era “muy dócil”.
Todo el barrio que conocía a Colita se lamentó ante la noticia de su asesinato. En esa zona de Racedo el grupo de cuatro o cinco perros recorre todos los días las cuadras aledañas. “Cualquier muerte de perro es lamentable, pero algunos se hacen más queribles que otros”, dijo Mercedes . “Era un perro muy querido en la zona, las empleadas de la estación de gas al otro día lloraban como si fuera un familiar”, contó la proteccionista.
“Yo quiero que esto se vea, que no pasó desapercibido, que no es una animal muerto y nada más”, pidió Rezzet.