DIABETES.
APRENDER A CONVIVIR CON LA ENFERMEDAD.
Fernando tiene 58 años y desde los 17, a raíz de un accidente que derivó en una pancreatitis aguda, lleva la vida de un enfermo diabético, tratado con insulina, en ocho aplicaciones diarias.
Su vida dio un vuelco en plena juventud. De un día para el otro, la vida implicó hábitos estrictos, suspender los desarreglos, además de una serie de complicaciones que los adelantos en la medicina amenguaron considerablemente.
“Hoy me río. Pero hace 41 años, cuando empecé a ser tratado por diabetes, había que hervir las jeringas, quince minutos, todas las jeringas. Y a las agujas había que lijarlas, sacarles punta. Hoy la técnica es totalmente fabulosa. Directamente sacás del bolsillo y te aplicas la insulina”, compara Fernando con el presente en el que dedica tiempo a colaborar en la Liga Entrerriana de Ayuda al Diabético. (Leadi).
Cuando tenía 17 años, además, debió adaptarse a las dietas rigurosas “lo que también implicaba problemas”, junto con un régimen de actividad física. “Hay que cuidarse, andar, caminar, hay que estar atento pero no es para matarse”, desdramatiza.
En su momento, debió aprender a las apuradas y adaptar su vida para lo cual contó con el apoyo psicológico que Fernando aconseja para un primer momento de la convivencia con la enfermedad.
Fernando aporta otras dos recomendaciones. Una, “hacer ejercicios, caminar”. “Si usas insulina, usas de acuerdo al desgaste de energía que vas a tener. Si caminás mucho, si hacés actividad física, es lógico que necesites una dosis menos elevada”.
Después, remarca las ventajas de apoyarse en grupos y organizaciones como Leadi. “Estamos para ayudar, para que la gente se haga atender. Hoy (por ayer) hicimos 290 detecciones en una plaza, en dos horas y 40 minutos. Dimos con 50 personas con diabetes. Algunos lo sabían pero otros no”, dijo Fernando que, para dar cuenta de la necesidad de apoyo, recordó sus 17 años: “Pasé unos días que estaba en el aire, no sabía dónde estaba parado. A mucha gente le sucede así. Los otros días vino un padre, desesperado, con un chico de ocho años al que le habían descubierto diabetes. Ahora lo estamos ayudando y está haciendo las cosas bien”, puso como ejemplos de la necesida d de contar con apoyo.
HÁBITOS. Ricardo, de 46 años, está aprendiendo a convivir con la enfermedad. Hace tres meses cayó internado y le dieron el alta junto con el diagnóstico y una serie de recomendaciones con las que se está habituando.
“No tenía idea de que era diabético. Lo supe hace tres meses”, dice pese a que cuando se le consulta por algún antecedente familiar alude a su madre, también diabética.
“Yo comía mucho todo lo que ya no puedo comer. Pan, dulces caseros, pastas, pizzas. Es un clic en ese punto, junto con darte cuenta que sos un enfermo crónico, que tenés que cambiar los hábitos, que tenés que respetar mínimos horarios. Eso es lo más complicado”, ilustra.
Pone como ejemplo: “Si comés hoy tres pedazos de pizza, al otro día tenés que hacer una dieta estricta. Pero te habituás. A mí me parecía imposible que tomara dos litros de agua mineral por día”. “Los primeros días me daba vuelta en la cabeza, me costaba asumir que tengo una enfermedad crónica. Por lo demás, la actividad física no fue novedad para mí porque ya lo hacía. Pero sí es más complicada la alimentación. Ya no más mates con facturas y si tomas vino tenés que dejar pasar una semana para volver a tomar”, aseveró.
“Aprender a comer verduras que yo no comía, a comer pescado. Si para algo sirve todo esto es para ordenarte en las comidas que es un beneficio”, dijo.
En su caso, no considera que la terapia sea siempre un paliativo: “Depende como te agarre. En mi caso, desarmado en muchas cosas, me sirvió para encontrarte porque esto te pega en algún punto”, confió.
Perspectivas para abordar el tema
El doctor Roberto Zavala, médico clínico, dijo que el avance más importante que se ha dado en materia del tratamiento de la diabetes es “lo que se está haciendo con las campañas”. “La diabetes ha crecido en el mundo por la vida que se hace, por el alimento que se come, porque la gente vive más tiempo y porque se conoce más la enfermedad”, afirmó el profesional.
Dijo que se estima que “un ocho por ciento de la población va a ser o es diabética” y en este marco apostó a una premisa: “Se mejora la enfermedad tratando de que no se produzca, enfocando en la etapa previa. Para eso, en los estados prediabéticos hay que darle importancia a la actividad física, a la toma de determinados medicamentos, a las dietas, y se trata de apostar a sembrar conciencia en los médicos generalistas de la importancia de tratar esto”, dijo.
“Si en el control se detecta una glucemia en el límite con lo normal, y no se estudia, se descarta, se considera que entonces está todo bien, se cae muy pronto en la diabetes. Si se tratara ese estado prediabético, mejoraría mucho el panorama”, marcó.
La enfermedad se trabaja “en grupos, con educación, con nutricionistas, con psicólogos, con profesores de educación física”, remarcó.
“El tratamiento es multidisciplinario y en grupos. Es cada vez mayor la información con la que se cuenta sobre diabetes y sobre tratamientos. Ahora se ha popularizado el control de la glucemia, está al alcance de todos. Pero a pesar de eso hay una cantidad impresionante de diabéticos no diagnosticados”, advirtió Zavala.
Remarcó que el control es importante porque “es una enfermedad muy traicionera: cuando hace síntomas, ya está declarada la enfermedad. Lo ideal es sostener en el tiempo el estado prediabético sin sufrir las complicaciones lógicas que vienen luego”.
366 millones de personas
Los datos de estudios internacionales demuestran que el número de personas con diabetes en el año 2011 ha llegado a 366 millones. Este año, más de 4 millones de muertes se atribuyen a la diabetes, lo que implica que una persona muere de diabetes cada siete segundos. El gasto sanitario en diabetes ha llegado a 465 mil millones de dólares. La cifra de 366 millones de personas con diabetes en 2011 es casi un 30% mayor de los 285 millones citados para el año 2010. La Sociedad Argentina de Diabetes anticipó que la Argentina no escapa a la regla: la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación mostró que el 10% de la población adulta argentina vive con diabetes, cifra que aumentó en los últimos cuatro años. Quiere decir que uno de cada 10 adultos padece diabetes. Esta encuesta también demostró que disminuyó el consumo de frutas y verduras, aumentó la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión y el colesterol, todos trastornos relacionados con la enfermedad. De las personas con diabetes, la mayoría (90%) tiene el tipo II (que no necesita insulina para vivir), y, de ese grupo, casi todos tienen algún grado de obesidad; ésta tiene tanta importancia que, para algunos especialistas, casi no habría diabéticos si no hubiese obesos. De allí que la promoción de hábitos de vida saludables, y la información que se pueda brindar al respecto resultan claves para advertir sobre los riesgos a la salud pública que esta enfermedad representa.