La Capital Provincial.
Vivió en la víspera una auténtica jornada de fé.
Miles de fieles recibieron la sanación del Padre Ignacio Peries, en un día de profunda emoción y fe, que se lleva a cabo en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. La homilía que comenzó minutos antes de las 16 resultó el punto de partida que precedió al desfile de miles de personas hacia el interior del templo.A paso lento, algunos con la dificultad de transportarse en sillas de ruedas, fueron apareciendo por una de las puertas de salida.
Si bien la desconcentración de los fieles se hizo en forma ordenada, coordinada por la Policía de Entre Ríos, personal de Bomberos Voluntarios y servidores del Colegio Mercedarias, un puñado de la gente que esperaba por ingresar protagonizó un caldeado cruce verbal que demandó la intervención de los encargadados de la organización.Es que algunas personas se quejaban porque un grupo ubicado cerca de la puerta principal del templo no respetaban su turno, por lo que unos de los "servidores" que acompañan a Ignacio en cada misa que oficia en Rosario encaró a la muchedumbre. "No queremos que haya una estampida, por lo que quiero que me hagan caso y así todos van a recibir la bendición del Padre", enfatizó. La mayoría de los presentes entendió el mensaje y así se pudo resolver uno los pocos inconvenientes suscitados durante la tarde."Para mí con verlo ya está", balbuceó una mujer en la explanada de la parroquia. "Venimos a pedir por él, por la familia, por más trabajo, por nuestras hijas. Cada vez que vengo salgo sana; es todo para mí", recalcó acompañada de su marido que se transportaba en silla de ruedas. Sobre el tiempo que le demandó la espera acotó: "Estabámos desde las 10.30 y a partir de las 15 me puse en la cola de los discapacitados. Pero todo se hizo muy bien".Consultada por el momento vivido junto al sacerdote sostuvo que "él no dice nada, solo las chicas que colaboran con él. Lo que te da siempre es el agua bendita, la oración, y la bendición que recibe el enfermo".Para muchos la espera parecía hacerse interminable, aunque con la fe actuaba como bálsamo para el cansancio, los dolores y hasta la angustia de esta a pocos metros del hombre que moviliza a multitudes.