JUICIOS DE LESA HUMANIDAD.
CASO HARGUINDEGUY.
En la 17ª audiencia de debate por el juicio de la Causa Harguindeguy, nuevos testigos confirmaron que en el Escuadrón de Caballería Blindada II de Gualeguaychú hubo civiles detenidos.
El exsargento Amadeo Supparo testimonió que en 1976 -época en que el acusado Miguel Valentino era jefe de dicho Escuadrón- estuvo a cargo del cuidado de Hugo Angerosa, Jaime y Emilio Martínez Garbino, y a uno de los Ingold. “Yo les daba de comer, los hacía asearse, y los llevaba al baño”, declaró ante el Tribunal Oral Federal de Paraná.
Dijo que conocía a los detenidos previamente, pero que desconoce hasta hoy por qué motivos quedaron demorados en el Regimiento.
“Estaban alojados en los dormitorios de los oficiales. Recuerdo que a Angerosa lo trajeron en un unimog una noche; los otros ya estaban detenidos desde antes”, señaló, y aclaró que no tenía demasiado diálogo con ninguno, sino que “les preguntaba cómo andaban, si necesitaban algo. Pero no supe por qué estaban ahí”.
Consultado por la fiscalía, reconoció que Angerosa presentaba una lesión en la muñeca, por lo que en una oportunidad tuvo que “cortarle la carne que le había llevado para comer, porque él no podía. Pienso que la lesión se la habrían causado las esposas”. Pero, por otra parte, señaló que no vio heridas en el rostro del detenido. Cabe destacar que Angerosa y otros testigos señalaron que la zona de los ojos le quedó bastante lastimada cuando le retiraron la venda que le habían puesto cuando lo detuvieron. Igualmente, supuso que recibió atención médica durante estuvo detenido en Gualeguaychú.
Dijo además que ninguno de los cuatro estuvo esposado ni vendado mientras duró su reclusión -que estima que se extendió durante 4 o 5 días-; y que tampoco recibieron visitas.
En cuanto a su desempeño en el Regimiento, precisó que estaba a cargo del depósito único, donde se guardaba la ropa de los soldados, y que realizar operativos no estaba dentro de sus funciones. Pero aclaró que en una sola oportunidad fue convocado por el subefe del Regimiento, capitán Gustavo Martínez Zuviría, para que lo acompañe a un allanamiento en la ciudad de Gualeguay, de donde Supparo es oriundo.
“Querían que los acompañe para que les indique cómo entrar a la ciudad por un camino lateral. Cuando llegamos allá, fuimos a la casa de un hombre que era piloto civil, y que yo conocía porque trabajaba con mi padre en el Aeroclub. Pero cuando llegamos, la casa ya estaba rodeada, así que a mi me mandaron a la Jefatura de Policía, donde estuve un rato con un oficial. Más tarde me pasaron a buscar y volvimos a Gualeguaychú”, relató, y luego precisó que el apellido del hombre a quien le allanaron la casa era Poletti, pero no pudo brindar más detalles al respecto de ese hecho.
Por otra parte, dijo que no tuvo conocimiento de que los detenidos hayan sido interrogados en la dependencia conocida como La Granja. “Mientras yo los cuidé, estuvieron siempre adentro de las habitaciones, sólo los sacaba al baño por la mañana y a la tarde”.
Luego declaró otro exmilitar, Jorge Alberto Toledo, quien relató que recibió personalmente a los detenidos Hugo Angerosa y otro que no nombró pero que sería Jorge Alberto Felguer, a quienes encerró en las habitaciones. No vio a los otros presos políticos.
Toledo tamién aportó datos sobre la autoridad de Valentino sobre lo que ocurría en el Regimiento, e incluso dijo que fue él quien le dio la orden de recibir a esos detenidos en la ruta. Angerosa y Felguer venían en el baúl de un Ford Falcon, llevados por cuatro personas de civil. Los pasaron a un camión Unimog que el testigo manejaba y éste los trasladó hasta el Escuadrón.
Previo a la declaración de Supparo, dio su testimonio Mariano Rossi, quien entre abril de 1976 y mayo de 1977 hizo el servicio militar obligatorio en el Escuadrón de Caballería Blindada II de Gualeguaychú.
El testigo dijo que nunca vio a los detenidos, ni supo de quiénes se trataba, pero señaló que “por comentarios que circulaban en el lugar, había detenidos civiles. Estaban en las habitaciones de los oficiales y suboficiales de semana”.
Uno de los datos más relevantes que aportó, fue que “una noche, nos hicieron salir a todos los soldados a la plaza de armas. Vimos que a unos 200 metros llegaban colectivos, dos o tres. Se veían las luces y se escuchaban los motores, pero no vimos mucho más. Nos hicieron aplaudir, pienso que para que no escuchemos lo que pasaba. Según los comentarios, habían traído detenidos, pero no pudimos saber más. Era algo muy fuera de lo común”.
Consultado sobre si se hacían procedimientos, Rossi señaló que nunca participó de uno, pero que sabía que se hacían controles de ruta para “identificar a civiles”. Asimismo, señaló que quienes estaban a cargo de los procedimientos eran los tres jefes de las secciones de combate, a saber, Luis Federico Anschutz, Carlos Alberto Ceretti y Santiago Kelly del Moral -quien está imputado en una otra de las causas. Dijo además que los tres dependían directamente del capitan Martínez Zuviría.
Finalmente, dijo que éste último los arengaba constantemente sobre los peligros de la llamada subversión. “Nos decía que vigilemos mucho, que no nos durmamos en las guardias, porque había peligro de copamiento (del Regimiento) por parte de lo que él denominaba subversión”.
Consultado por la Fiscalía sobre la existencia de una dependencia conocida como La Granja -sindicada por las víctimas como el lugar donde eran sometidas a violentos interrogatorios-, el testigo dijo que estaba ubicada en la parte trasera del predio del Ejército.
“Era un lugar en el que había dos soldados que se encargaban de cuidarla, de criar gallinas. Había un puesto de campo, una casita muy antigua. Yo nunca entré ahí. Pero estaba muy vigilada, porque según Martínez Zuviría, era uno de los puntos por donde los subversivos podrían entrar a copar el lugar”.