Presentaron avances médicos contra el cáncer de mama y de próstata
Son dos de los tipos más frecuentes
En el primer caso se trata de la droga T-DM1, desarrollada por el laboratorio Genentech, que constituye un poderoso veneno para los tumores sin los efectos colaterales de los tratamientos tradicionales. Según los resultados presentados ayer en el congreso de la American Society of Clinical Oncology (ASCO), puede retrasar el agravamiento de la enfermedad en las pacientes con cáncer de mama HER2 positivo (el 20% de los casos) y podría prolongar la vida. Pero además, el éxito de las pruebas confirma una idea que acarician desde hace mucho los laboratorios: la posibilidad de tratar el cáncer atacando las células cancerosas sin afectar las sanas. “Buscamos un tratamiento que mate el cáncer sin afectar a los pacientes. Esta droga lo hace”, dijo Kimberly Blackwell, profesora de medicina del Instituto del Cáncer de Duke, que dirigió la investigación.
En el estudio clínico de última fase, en el que participaron 991 mujeres con cáncer de mama metastásico, la T-DM1 retrasó el agravamiento tres meses; el promedio antes de que la enfermedad progresara fue de 9,6 meses comparado con 6,4 meses para quienes usaron otras drogas. Según las estimaciones de Blackwell, también es probable que la sobrevida sea de por lo menos un año más que el promedio de 23,3 meses para las mujeres del grupo de control.
Para fabricar la T-DM1, se le agrega el anticuerpo trastuzumab, también conocido como Herceptin, a la DM1, una toxina más potente que la droga de la quimioterapia común. El trastuzumab se introduce en las células que tienen la proteína HER2 y ya en el interior libera la toxina, capaz de matar las células cancerígenas. Así, señalan los investigadores, es más eficaz y menos tóxica. “Representa la primera y amplia demostración del potencial de los anticuerpos conjugados con droga”, afirmó Louis Weiner, director del Lombardi Comprehensive Cancer Center, quien no participó en este estudio.
En cuanto al cáncer de próstata, otro extenso estudio, auspiciado por el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU., indicó que el tratamiento hormonal intermitente resulta menos eficaz que el tratamiento constante para determinados hombres que tienen cáncer de próstata con metástasis. El descubrimiento es “sorprendente porque contradice lo que se creía hasta ahora”, apuntó Maha Hussain, profesor de urología del Centro de Cáncer de la Universidad de Michigan y director del estudio.
Entre 250.000 y 350.000 estadounidenses reciben tratamiento hormonal. Esa terapia, que puede durar años, implica el uso de drogas que suprimen la producción de la hormona testosterona, que impulsa el crecimiento del cáncer. Pero como puede tener efectos colaterales (pérdida de la libido, calores y aumento de peso) muchos médicos optan por interrumpirla periódicamente. “Este demuestra que tiene su precio”, agregó Bruce Roth, profesor de la Universidad de Washington, que no participó en la investigación. Entre los pacientes de mejor pronóstico (en los que el cáncer no se había extendido más allá de la pelvis), la administración continua suponía casi dos años más de vida (de 5,2 años a 7,1). No obstante, para quienes no tienen metástasis, la terapia intermitente sigue siendo una opción razonable.