MAMA SIN SABER.
ADOSLECENTE DIO LUZ SIN SABER QUE ESTABA EMBARAZADA.
Barbarita es una adolescente como cualquier otra que vive en un barrio de Crespo. Tiene 14 años cumplidos en septiembre, estudia, pasó a tercer año del ciclo básico del secundario, toma clases de inglés particular, ayuda a su mamá y hermana en la casa y este 6 de enero sorprendió a todos con el nacimiento de una beba.
“No sabía que estaba embarazada –dijo a Paralelo 32-. Digamos que menstrué hasta antes de Navidad, me tomó de sorpresa. El domingo 5 de enero nosotros habíamos ido al río a la tarde, cuando volví estaba muy cansada, habíamos limpiado. Empecé con vómitos, me dormí un rato y después sentí muchas ganas de ir al baño; sentía que se me ponía dura la panza, le pedí a mi mamá un chicle laxante y después de un rato tuve la necesidad de ir al baño, enseguida siento como un huevo y lo primero que se me ocurrió pensar que era algo de mi cuerpo que salía, nunca una beba. Intenté sacarlo y me encontré con la nena” –comentó la jovencita que atendió su propio parto.
La madre de Barbarita, que se transformó en abuela en un abrir y cerrar de ojos, cuenta que su otra hija sintió que algo pasaba y salió corriendo a despertarla. “Me dijo, Barbi tuvo un bebé, vamos a llamar a la ambulancia; pero en medio de la incertidumbre preferí llamar a un ginecólogo de confianza. Eran las cuatro y media de la mañana, me dijo que la lleve a la clínica. Sacamos el auto, la cargamos, enseguida la atendieron y le prestaron los primeros auxilios a ella y a la beba la Dra. Pilar Martínez y la Dra. Gloria Waigel. Yo no entendía nada, era cerca del mediodía, iba y la miraba en la sala de la clínica. Ella tuvo controles en las vacaciones de julio, la llevé al ginecólogo porque le crecían mucho los pechos, la vio y dijo que tendría pechos grandes. Como en diciembre –sigue relatando- fuimos con su doctora y le dije tiene un poco de panza, “sí, pero eso es por los remedios de la diabetes que está tomando, es normal”, me respondió. Siempre menstruaba, lo que menos pensé es que estaba embarazada, nadie me dijo vamos a hacerle una ecografía”.
Más adelante, la madre contó: “Ella ya venía con un novio, un tiempito. Yo le había hablado, le dije que antes de mantener relaciones la llevaría al ginecólogo para que la oriente y atienda. Eso estaba hablado, pero bueno, las cosas se dieron de otra manera”.
Nada preparado
La situación hizo que nada estuviera preparado, ni siquiera el nombre; el papá de la nena también es un menor. Aunque el vínculo afectivo entre los adolescentes se haya diluido, no obstante, las familias tuvieron su entendimiento y garantizada la cercanía a la beba. “En primer momento dijimos qué le ponemos –contó la abuela-, no había nada preparado. A media mañana una de las enfermeras me dice ¿puede comprar pañales? yo estaba en shock total, no caía”.
Después del nacimiento, Barbarita debió poner un nombre a su hija y eligió Margarita, como se llamaba su abuela materna.
Por estos días al igual que su mamá se encuentran con asistencia psicológica, organizándose para que la crianza de la beba no interfiera en sus estudios cuando comience el ciclo escolar.
Su mamá cuenta que es buena alumna, “creo que no va a ser un problema la escuela –opina-. Quiero ver si va a funcionar como tenemos planificado, hay algunas alternativas que estamos analizando durante el verano”. Ella pasó a tercer año del ciclo básico lo que significa que tiene cuatro años de estudios por delante para completar el secundario.
Con su pequeña beba en brazos reflexiona: “Margarita más que nada es una bendición, aunque no sea la edad y todo, ahora pienso que es lo más lindo y no me arrepiento. Ya está y sé que voy a vivir para ella, que yo pasé a un segundo plano, no estoy tanto para amigas, la huevada ya no existe para mí. Es madurar de golpe y vivir para ella, hacer lo posible para estudiar, que me vaya bien”.
Barbi sostiene que aunque lo que le tocó vivir “es algo duro, es lo más lindo, no hay que arrepentirse, tampoco darlo en adopción o abortar, como podría ser una opción. En ningún momento tuve tiempo de pensar, ni los nueve meses para ir aceptando y cómo iba a ser todo. Pero ya está ahora” –dijo con voz serena.
Desde otro ángulo, la abuela dice que la beba fue un verdadero regalo de Reyes. “Quizás esto volvió a unir a la familia, porque después de cuatro años de no verse con su papá, le llevaron a la beba, se emocionó y se volvió a acercar. Creo que la llegada de Margarita es tal vez un símbolo de unión”.
“Encontrarme con esta sorpresa para mí es un empezar de nuevo, ahora que mis hijas son grandes, pero seguro Dios me va a dar más vida y salud para seguir manteniendo a mis hijas y darles un futuro y también ayudar a criar la beba. Estoy súper feliz, aunque me tomó por sorpresa y como cansada en este momento de la vida, por mucho trabajo, muchos años de sostener la familia, muchas situaciones que pasé, porque siempre mi idea fue tener otro hijo, ahora no es hijo, es mi nieta, pero la voy a sostener, lo tomo como la mejor bendición que Dios me pudo dar” –relata la abuela.
A quien le toque pasar por una situación como esta le recomienda que “apoye a su hija, porque es una bendición, que por algo Dios la manda, y a nosotros nos la mandó sanita, hay que seguir para adelante, porque es una vida. Entonces apoyemos a nuestros hijos para salir adelante y darle una identidad para no dejarlos a la deriva”.
Sin haberse adecuado a la idea de tener un hijo y sin saber qué debía hacer, Barbarita, con el apoyo de los más cercanos, debió asumir en un instante su rol de madre.