31 de octubre de 2011 |
GUALEGUAYCHÚ. |
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CAMBIO DE GENERO.
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Mariana Luján es una joven enfermera de 27 años que trabaja en el Hospital Centenario. Un día por la mañana fue a cobrar su sueldo, pero al llegar al cajero automático del banco tuvo un problema con su PIN. Para poder retirar el dinero, decidió hacer la cola por ventanilla en el interior del banco. Al ingresar la tarjeta por el sistema, salta el nombre de una persona de sexo masculino, el cajero lo mira y le dice, “señora tiene que venir el titular de la cuenta para que pueda pagarle” y Mariana, fue descubierta. Ante toda la gente que está en la cola tuvo que explicar que en realidad es un homosexual y está vestido de mujer, el cajero la miró con ojos de asombro y una sonrisa se dibujó en sus labios. Detrás de Mariana la gente se codea, siente risotadas y “cuchicheos”. Es normal vivir situaciones como esta para todas aquellas personas que como Mariana, Candela Castiglioni y Emilia Susco, desde muy niños descubrieron que eran una mujer en un cuerpo de hombre. “Tenemos que soportar la burla, la humillación de la gente, que se cree que por que nos vestimos de la manera como nos sentimos, se creen que somos payasos”, dijo Candela. Durante toda su niñez y adolescentes, psíquicamente se sintieron mujer, pero físicamente eran hombres. Con esa dualidad tuvieron que luchar toda su vida, sufriendo soledad, rechazo y burlas permanentes. En su adolescencia decidieron finalmente, resolver su gran problema existencial y definitivamente salir a la calle vestidas de mujer e intentar llevar una vida como tal pese a que su genitalidad sigue siendo masculina. Pero hoy la situación le es favorable, el contexto ha cambiado gracias a dos grandes acontecimientos que demuestra una tolerancia mayor de la sociedad al aprender a aceptar al otro como diferente y convivir con él. En julio del año pasado tras un intenso debate en ambas cámaras del Congreso de la Nación se votó la ley de Matrimonio Igualitario, que permite a personas del mismo sexo casarse y adoptar un hijo. Otra fecha que quedará marcada a fuego por estos tres jóvenes es el 13 de diciembre del años pasado cuando la actriz y vedette argentina Florencia de la V, nacida varón en 1975 y bautizada con el nombre de Roberto Carlos Trinidad, recibió su nuevo documento de identidad con el nombre de Florencia Trinidad, gracias a una nueva ley que respeta la identidad sexual de los ciudadanos.
Florencia recibió el documento de manos del ministro del Interior, Florencio Randazzo, en su despacho en la sede del Ejecutivo, sentando jurisprudencia en la Justicia Argentina. • La estrategia legal para el cambio de identidad Una vez que la persona toma la decisión de cambiar su identidad, debe buscar un abogado, quien hará una presentación al Registro Civil de Paraná pidiendo el cambio de nombre y de género en la partida de nacimiento, en su DNI y en toda documentación personal donde figure su antiguo nombre de varón. “Esto se llama rectificación de documentos públicos”, explicó la doctora Renata Melo, quien representa legalmente a Candela y Emilia quienes iniciaron los trámites legales para lograr el cambio de identidad ante el Registro Civil, según publicó El Argentino. La presentación que se hace en este organismo, ya fue denegado, porque la ley no lo ampara. La constancia de denegación que envía el Registro Civil, habilita a los tres jóvenes a ir a la instancia judicial, donde se va a presentar un recurso de ampara en el Juzgado del Menor y la Familia, basándonos en todos los tratados internacionales y jurisprudenciales. “Ellos pueden pelear hoy por su cambio de identidad porque se ha dado un cambio en el pensamiento de la sociedad, vemos una evolución, que permitió la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario que le permite a personas del mismo sexo poder contraer matrimonio”, agrega Melo.
Esta ley permitió avanzar en la lucha por la conquista de otros derechos, como el cambio de identidad sin la necesidad de cambiar los genitales. • Las historias Candela (28) tenía apenas cinco años de edad cuando comenzó a sentir que no pertenecía a ese cuerpo de varón. “Cuando iba a jardín comencé a realizarles preguntas a mi mamá y no entendía por qué me trataban como un varón cuando quería ser una nena, le preguntaba a mi maestra de jardín porqué me llamaban con un nombre en el cual no me correspondía, por qué me ponían un delantal celeste si las nenas iban de rosado”. A los 15 años adoptó el nombre de Candela y comenzó a vestirse de mujer y de allí emprendió este largo camino de cambio de género e identidad hasta llegar algún día a someterse a una cirugía integral para adoptar genitales femeninos.
“Mi infancia fue pésima, lo peor de mi vida fue la niñez, porque tenía un montón de preguntas sobre mi identidad y nadie podía respondérmelas”. Me hubiera gustado poder hacer el trámite antes, pero me sentía sola en la lucha, no me sentía respaldada por nadie, más allá del apoyo de mi familia, pero no había ningún abogado que se especializara en este tema y me ayudara a dar ese paso, mi lucha era siempre en soledad”.
Candela, tras una niñez y adolescencia complicada, siente que los tiempos han cambiado. Ella trabaja de peluquera en su propio local en el barrio Villa María y si bien cuando sale a la calle es observada por la gente, siente que la comunidad de Gualeguaychú, está más tolerante en aceptarlos como diferentes. Dice que busca el cambio de identidad “para sentirme bien conmigo misma y poder ir por la vida, llevando la identidad que quiero y soy”. Emilia Susco (22): Emilia hace poco que decidió sacar la ropa de hombre de su ropero, para comenzar a llenarla de indumentaria femenina y animarse a salir a la calle vestida de mujer. “Siempre tuve más amigas mujeres que varones, nunca me gustó jugar a la pelota y cuando era un niño adoptaba posturas femeninas cuando estaba sentado como cruzarme de piernas por ejemplo.
Yo me sentía que no era como los demás, pero nunca lo exterioricé, nuca le dije a nadie qué era lo que me pasaba”.
Sin embargo, reconoce que hoy “la sociedad está más tolerante a aceptarnos como diferentes”. La realidad de Mariana es muy diferente, porque nació en la localidad rural de Ceibas y es precisamente en las tareas del trabajo rudo del campo, donde los niños sienten más presión de sus padres para definirse como hombres. Su niñez y adolescencia no fue fácil para ella, como tampoco su vida cotidiana ya en su adultez.
En la secundaria, fue el mejor promedio de su curso, pero por su condición de homosexual no pudo portar la Bandera. “En realidad yo quería ser obstetra, pero cuando me fui a inscribir me dijeron en la ventanilla que no inscribían hombres, fue mi primera frustración en mi vida de estudiante superior, fue así que me inscribí en Enfermería, tenía muy pocos recursos para poder estudiar, pero di el paso igual y comencé, con muchas carencias y muchas ganas de estudiar hasta que en el año 2005 obtuve mi título universitario y hoy trabajo en el Hospital”. Desde entonces Mariana pasó por todas las áreas del nosocomio, desde cirugía de hombres y mujeres, en maternidad, ginecología, atención del recién nacido, clínica de hombres y mujeres, traumatología y hoy se encuentra en sala 2. “Una vez fui a votar y cuando estaba haciendo la cola en la mesa, un gaucho me toca el hombro y me dice señorita se equivocó de mesa esa es para hombres”. Desde las elecciones primarias del 14 agosto, la Justicia Electoral implementó la mesa mixta y es otra señal de tolerancia de la sociedad, porque la comunidad gay ya no se siente discriminada para ejercer su derecho al voto. “El ser homosexual está muy estigmatizado, la gente lo relaciona a muchas cosas, que por ahí no es la realidad del todo.
Yo me propuse una meta, no miré a los costados, solo quise formarme y llegar a donde quería llegar. Aún siento que me faltan cosas, no me siento completa todavía, mi meta final es lograr el cambio de genitales y adoptar los femeninos”. La joven enfermera propuso a la Dirección del Hospital Centenario, hacer talleres de capacitación para brindar charla de educación sexual a la comunidad gay local, considerada marginal.
“El sistema de salud debe salir en búsqueda del paciente y la idea es poder generar un consultorio, que atienda en horarios no convencionales para que la persona no se sienta intimidada por la gente. La idea es poder asesorar y educar a estas personas. Yo me pongo del lado de una profesional de la salud y a la vez soy homosexual, por lo cual entiendo los que les pasa y en esas consultas se puede dar una charla con total libertad”.
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