La secretaria de Obras y Servicios Públicos, Alicia Benítez de Feltes, recorrió la obra que se ejecuta en el templo de Concepción del Uruguay, donde se realiza la restauración y puesta en valor. Alrededor de 8 millones de pesos se invierten en la obra.
En la Basílica Inmaculada Concepción también se está realizando la restitución de las pinturas artísticas. El trabajo está siendo encarado por el artista plástico Raúl González. El edificio contó con un decorado interior a principios del siglo XX realizado por el artista italiano Ítalo Puccioli, quien también fue autor de las pinturas artísticas de la bóveda del Teatro 3 de Febrero, de la capital provincial.
Posteriormente, en la década del ´50, la obra fue retirada debido al estado de erosión que presentaba, producto de distintos ingresos de agua. Hasta la actualidad, cuando se procedió a reemplazar completamente las cubiertas y mejorar el sistema de bajadas, este problema nunca había podido resolverse en forma completa imposibilitando la restitución de la obra pictórica.
González detalló que las pinturas son “obras complejas”. “Hay que tener en cuenta muchísimos elementos para poder, no solamente visionar la escala, sino ver la factibilidad de pintar la iglesia”. Asimismo, manifestó que se trata de un momento muy emocionante, “no solamente por la significación histórica, sino también porque para un pintor de la provincia es un desafío hermoso y realmente muy interesante”
Historia
La Basílica se encuentra ubicada frente a la plaza principal de la ciudad. Fue declarada Monumento Histórico Nacional por el decreto Nº 112.765 del Poder Ejecutivo, el 4 de febrero de 1942. En el ala izquierda, junto al altar mayor, se encuentra el mausoleo con el féretro que guarda los restos del General Justo José de Urquiza.
Su construcción data de 1859, manteniendo la estructura original hasta principios del siglo XX, cuando se le superpuso a las bóvedas que cubren las distintas naves, una cubierta de chapa galvanizada a dos aguas. Estos trabajos fueron necesarios debido a que se producían filtraciones de agua y humedad en varios puntos. Estas filtraciones fueron deteriorando parte de las pinturas interiores, que en la década del 50 se decidió quitarlas y fueron reemplazadas por un revestimiento interior tipo Xenitex.
Posteriormente, se construyó un doble frontis, con el fin de ocultar las nuevas cubiertas y también se construyeron los dos campanarios. Se trata de una construcción tradicional de mampostería de ladrillos comunes en todo el perímetro del edificio, en general en buen estado, sin rajaduras visibles pero que mostraba problemas de humedad ascendente, lo que a través del tiempo había generado deterioros importantes en el revoque del zócalo inferior.
Existen también humedades superiores provenientes de filtraciones en desagües en mal estado y carpinterías metálicas faltos de vidrios y masillas de fijación e impermeabilización. Como consecuencia de esto último, se han producido desprendimientos de pintura y molduras de ornamentación, corriendo el riesgo la integridad física de las personas que diariamente transitan el templo. Por todo ello es que se encararon estas obras de restauración que estarían prontas a finalizar