En esa oportunidad, Wetzel padre agredió de hecho y de palabra a la camarista.
La jueza María Evangelina Bruzo explicó previamente que “Venimos trabajando en este conflicto, ellos ya llegaron a acuerdo; pero, por la trascendencia que tuvo el hecho, es necesario que la disculpa se haga en forma pública.
Bruzzo explicó que las conciliaciones no son públicas pero en este caso se decidió que lo fuera. Acto seguido el señor Wetzel le manifestó a la doctora Calveyra que se encontraba “totalmente arrepentido de lo que hice. Es algo que lamento un montón”.
A lo que la magistrada respondió: “En la agresión a mi persona, usted agredió a todo el poder judicial” y agregó que el inmenso dolor ante la muerte de su hijo “no amerita que tenga que golpear a una mujer indefensa, sola ya mayor y con una trayectoria como la mía”, manifestó y agregó que a lo largo de su carrera en la justicia, siempre procuró justicia para las víctimas de delitos y las ayudó.
Finalmente, aceptó las disculpas del progenitor del joven asesinado, recordando uno de los consejos de Don Quijote a su escudero Sancho Panza cuando éste fue nombrado gobernador de la ínsula Bataria: “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”.
Al respecto Rodríguez Allende manifestó que al haberse pedido las disculpas por el hecho y éstas aceptadas, se cerraba también “una cuestión dolorosa”.