2 de febrero de 2018 |
DENUNCIA DEL SERENO PARROQUIA SANTO JUSTO Y PASTOR, |
TESTIGO DE SUPUESTO ACOSO CALLEJERO.
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Juan Rementería trabaja como sereno en la Parroquia Santos Justo y Pastor, desde la medianoche y hasta las 6 de la mañana, horario en que el templo también permanece abierto debido a que los fieles realizan Adoración Eucarística. En la madrugada del lunes 8 de enero, fue testigo del acoso callejero a dos chicas muy jóvenes –una de ellas menor de edad- por parte de dos hombres que superaban los 40 años. El solo hecho de estar presente y “arruinar” el cometido a estos individuos le valió ser víctima de una agresión. “Alrededor de la 1.30 veo a unas chicas sentadas en el tapial que divide la calle 12 de abril y el jardín externo de la parroquia. Me di cuenta que una era muy jovencita, parecía menor; luego supe que tenía 17 años. En eso para un auto negro sobre la 12 de Abril y les empieza a decir cosas desde arriba del auto. Veo que después de varios minutos no se iban y las seguían molestando. Me imaginé que estaban borrachos y pensé en Micaela García, la chica a la que terminaron subiendo a un auto y matándola en Gualeguay. Me asomé con mi celular y entonces me ven que los estoy observando. Vuelvo a entrar y el auto siguió a toda velocidad por 12 de Abril hasta la entrada en la cual yo siempre me quedo con una mesita y una silla a pasar la noche”, explicó. “Me empezaron a insultar desde el auto, yo sentado con el auricular en el oído izquierdo me hago el que no los escucho. De repente veo que uno baja y salta el tapial. Me paro y el tipo me cazó de las muñecas y a toda costa me quería tirar, mientras me empujaba y me decía ‘qué mirás, p. . .’. En el forcejeo voló mi celular. Yo intento entrar a la iglesia y él se tropieza con el escalón de madera; me suelta la mano y para agarrarse se apoyó en la mesa y tiró mi reloj y mis anteojos que estaban ahí. Al caer al piso comenzó a gritar ‘soy un veterano de guerra, quiero hablar con el Padre Toler, por qué me pegaste’. Era terrible el olor a alcohol que tenía. En eso veo que viene el otro vestido de negro, le dijo ‘bueno, ya está’, lo levantó y se fueron a todo lo que da en el auto”, relató Juan. El sereno agregó: “Llamé a la Policía y me dijeron que vaya a hacer la denuncia. Las chicas tomaron la patente del vehículo y cuando se la dieron a los efectivos, uno de los policías dijo que ya sabía de quiénes se trataba; lo mismo me dijo después el médico legista”. Si bien Juan no conocía a sus agresores, luego se ha enterado del apellido. Se trata de dos hermanos, de entre 40 y 50 años, uno de ellos –el que ejerció violencia física- sería docente y el otro médico –el cual tendría restricción para manejar- y vivirían en la zona. “Me dijeron que tienen varios líos en todos lados”, acotó el entrevistado. Entre las consecuencias del episodio, Rementería comenta: “Desde entonces estoy con un dolor en la mano porque me dobló un dedo, tuve que hacerme una radiografía; me está atendiendo el Dr. Ríos. Además el reloj no funciona, me rompió el celular y los lentes quedaron doblados”. “Son acosadores de menores. Estos tipos de día son todos buenos, pero de noche son unas alimañas, se emborrachan o se drogan y son un desastre. No sé qué hubiese pasado si yo no salía”, sostiene. El Dr. Benítez es el fiscal sobre quien recayó la causa, la cual ha pasado ahora a mediación, instancia a la cual el damnificado no quiere concurrir. “No estoy de acuerdo con la mediación”, dijo, a lo cual agregó: “Dijeron que me citarán a comienzos de febrero. No tengo abogado y no lo puedo pagar. Si el fiscal los quiere mandar a la casa que lo haga; cuando pase algo con otra criatura ahí los van a ir a buscar”. “Necesito contarlo porque me siento impotente. Quiero que me paguen las cosas y que los vecinos que tienen hijas tengan mucho cuidado, porque estos tipos están sueltos”, dijo para concluir.
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