PARANÁ.
PRENDEN FUEGO UNA CASA.
Mientras Abelardo Sandoval, de 43 años, quien se hacía llamar por el apellido Pérez en el barrio Humito, sigue detenido y a disposición del juez de Instrucción Elvio Garzón, sospechado de ser el autor del doble homicidio que terminó con las vidas de Alicia Lascano, de 39 años y Orlando Salvador, de 33, los vecinos, que el lunes intentaron lincharlo cuando era trasladado por la Policía, finalmente destrozaron ayer la casa que ocupaba el acusado con su familia y la prendieron fuego.
La vigilia de los vecinos deseosos de volcar la rabia por las dos muertes se extendió desde la madrugada del lunes hasta el mediodía de este martes, luego de que inhumaran los restos de la pareja acribillada a balazos.
“Los vecinos no hacían nada porque estaba la vigilancia policial, pero cuando la levantaron y se fueron, se abalanzaron y la prendieron fuego”, dijo una joven mujer, embarazada, que junto a varios menores y a otras personas se encontraban en el interior de la finca, reducida a ruinas.
Restos de mercadería que habría estado en una heladera que desapareció de la casa, así como muebles y electrodomésticos. No quedó nada útil entre los escombros. Ni siquiera el techo dejaron. Las fotos familiares y hojas de las carpetas escolares de los hijos del detenido volaban por doquier.
INTRUSA CONFESA. Resultó llamativo que la mujer embarazada eligiera ese lugar y comenzara a ordenar una de las únicas habitaciones que había quedado techada, aunque con sus paredes totalmente tiznadas por el incendio.
Ante la consulta , respondió sin dudar: “Yo vivo aquí en el barrio pero me vine a intrusar en este lugar porque no queremos mas a esta gente y a ninguna gente que actúe como ellos”.
Respecto a los dichos de Gustavo, el hijo mayor de Alicia Lascano, quien reconoció que Sandoval tenía un trato estrecho con él y que lo utilizaba para comercializar drogas o para esconder armas, y que estaba enojado porque su madre y su padrastro, Salvador, trataban de sacarlo de la delincuencia, enfrentando y denunciando constantemente al hoy detenido, la confesa intrusa confirmó la versión.
“A este chico nosotros lo conocemos por su otro nombre, que es Sebastián y es cierto todo lo que se dijo. Nadie puede negar que sabían lo que hacía Pérez (por Sandoval), pero sabían que era muy peligroso y todos teníamos miedo de terminar como Alicia y su marido. Ahora ya hay dos inocentes muertos y a lo mejor la Justicia actúe”, lamentó la mujer. Y seguía deambulando entre los escombros de lo que hasta ayer fue la casa de la familia Sandoval, donde funcionaba un kiosco, al que ahora todos se animan a decir que era la “fachada” de la venta de droga en el barrio.
EL PERITAJE. Respecto a la sustanciación formal del caso, hasta anoche, los oficiales de la División Homicidios continuaban tomando testimonios y recolectando todo tipo de información para finalmente entregar formalmente la causa a manos del juez en horas de la mañana de hoy.
Se presume que en las últimas horas de la mañana, o ya en horas de la tarde de este miércoles, el juez de Instrucción de Turno convocará a Sandoval para tomarle declaración indagatoria.
Conflictos y desenlace
Alicia Lascano y Orlando Salvador se domiciliaban en la Cortada 42, a una media cuadra del domicilio de Sandoval. En los últimos tiempos la tensión entre ambas familias había recrudecido. Según los vecinos, la pareja fallecida llegó a increpar en algunas ocasiones a Sandoval para que deje de utilizar al hijo de Alicia, al que le adjudicaban que involucraba al menor en hechos delictivos, aprovechándose de una patología que el muchacho padecía, secuela, aparentemente del consumo de estupefacientes, situación de la cual la pareja estaba logrando sacarlo.
Había denuncias cruzadas y los domicilios de ambas familias llegaron a ser allanados. Pero no se lograba solucionar la estrecha relación que Sandoval lograba tener con Gustavo Sebastián, a quien convencía para actuar delictivamente, situación que el muchacho reconoció y lamentó arrepentido, llorando sobre su madre muerta, haciendo pública la triste historia.
En los primeros minutos de la madrugada del lunes, Lascano y Sandoval habían salido en moto hasta la estación de servicios de calle Larramendi –a pocas cuadras de barrio Humito- con la intención de traer combustible en un bidón