EMPLEO.
NO ALCANZAN LOS INGENIEROS PARA CUBRIR LA DEMANDA.
Un estudiante de ingeniería cada 4.000 habitantes. Esa es la meta que fijó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner la semana pasada en la inauguración de la Universidad Aeroportuaria de Ezeiza: “Quiero pedirles que orientemos la vocación de nuestros jóvenes hacia aquellas carreras que tengan salida laboral. Tenemos que inculcarles a los chicos nuevas vocaciones hacia las carreras del futuro, que van a permitir que la Argentina siga creciendo”, dijo.
Explicó la mandataria que en Argentina, en 2003, se graduaba un ingeniero cada 8.000 habitantes. “Gracias a una política muy intensa que ha significado una inversión de más de 500 millones de pesos a partir de 2005, hemos logrado tener un ingeniero cada 6.700 habitantes. Pero tenemos que hacer un esfuerzo y un ingeniero cada 4.000 habitantes. Eso es clave”, exhortó. los decanos de la regional Paraná de la Universidad Tecnológica Argentina (UTN), Omar Berardi, y al de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), Gabriel Gentiletti. Ambos académicos coincidieron con la perspectiva de desarrollo planteada por la jefa de Estado y contaron cómo se trabaja desde ambas casas de estudio para aumentar la matrícula y retener a los alumnos.
NETBOOKS. En la regional Paraná de la UTN se estudian tres ingenierías: electrónica, electromecánica y civil. “Todos salen con trabajo asegurado. Tenemos muchos pedidos de pasantías y una bolsa de graduados y no alcanzamos a cubrir la demanda”, resumió el decano Omar Berardi.
Actualmente hay 1.200 alumnos repartidos en forma bastante pareja entre las tres carreras. “De acuerdo al movimiento que haya en la industria, va variando la elección. Hace unos años la más solicitada era la ingeniería electrónica. Ahora, quizás por la reactivación de la construcción, más chicos eligen la civil”, indicó.
Para Berardi “es coherente la política del gobierno, que apunta a la sustitución de importaciones, a agregar valor a los productos primarios, a apuntalar la industria. Incluso cuando se inauguran obras o fábricas, todo va en el mismo sentido”, señaló.
En ese marco, le parece ambiciosa pero posible la meta fijada por la Presidenta. “Brasil tiene un estudiante de ingeniería cada 6.000 habitantes y acá se quiere llegar a uno cada 4.000, lo que nos pondría un 50% mejor que Brasil. Es un objetivo interesante que va de la mano de una forma de ver la economía y de tener en claro que para este modelo económico es importante la actividad industrial”, reseñó.
Sumó Berardi signos de apoyo a la enseñanza superior y universitaria. “Este gobierno es uno de los que más ha invertido”, indicó. Y mencionó programas que permitieron en la facultad de Paraná arreglar los laboratorios, aumentar la superficie edilicia e implementar sistemas de becas, entre otras acciones “para que más alumnos tengan posibilidad de acceder y mantenerse en el sistema”.
Sobre costos, el decano aseguró que no se trata de una carrera cara, que la facultad provee materiales y que las prácticas se realizan con elementos de bajo costo. Señaló que es importante tener una computadora, pero ese ya no es un problema: los ingresantes van llegando a la facultad con la netbook que recibieron a través del programa Conectar Igualdad que, al terminar el secundario, pueden seguir usando. “Hace cinco años atrás de cada diez alumnos, tres tenían computadora. Ahora, dentro de poco todos van a tener su netbook para venir a clases”, graficó.
EXPECTATIVAS. Gentiletti, de la UNER, señaló que la falta de ingenieros y la alta demanda es un tema instalado, que ahora resurgió por el mensaje de la jefa de Estado. “No hay graduados desocupados y existe una alta demanda que supera muy ampliamente la oferta. Hay pleno empleo asegurado por muchos años”, sostuvo.
“Son carreras que coinciden con las perspectivas de desarrollo que hoy tiene el país y es muy interesante que la Presidenta convoque a estudiarlas”, indicó el decano. A nivel local, Gentiletti tiene expectativas respecto al polo tecnológico anunciado por la gestión que se iniciará en diciembre. “Nos invitaron a participar y estamos muy interesados porque será una acción más para que nuestros graduados tengan la posibilidad de radicarse y trabajar en la provincia”, comentó.
La carrera en la UNER tiene 26 años de antigüedad y es una de las más prestigiosas del país. Allí ya se graduaron 800 profesionales que aportan el mayor porcentaje a los 1.000 bioingenieros que hay en el país. De quienes llegan a estudiar, el 60% son de distintos puntos de Entre Ríos y el 40% de otras provincias. “La inscripción había disminuido, pero el año pasado comenzó a recuperarse y esperamos que siga así”, agregó Berardi. Y aseguró que la facultad está en condiciones de recibir sin problemas a un 50% más de alumnos.
El decano trabaja para que los jóvenes tengan a mano la información necesaria a la hora de elegir y para desterrar el mito de que hay que ser una especie de genio para estudiar este tipo de carreras. “Hay cursos de ingreso para nivelar a los ingresantes y darles más herramientas y también tutorías por pares, a cargo de estudiantes avanzados, que acompañan a los nuevos en sus primeros pasos”, mencionó. También se avanza en la solución de un problema que afecta a todas las ingenierías, que es que los alumnos abandonan cuando no logran aprobar en primer año matemática, física o química. El tema, según contó, fue tratado en el último encuentro del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería.
Gentiletti aseguró que Bioingeniería tampoco es una carrera cara: “Se dicta en una universidad pública y gratuita, hay Internet disponible, una biblioteca muy completa y laboratorios equipados de computación, electrónica, física y biología. Para los que vienen de afuera, hay numerosos programas de becas para ayudarlos a solventar gastos. Queremos que sepan los chicos que una ingeniería es una inversión potente que les abrirá puertas y los hará protagonistas del desarrollo del país”, concluyó.
TESTIMONIO I
“Al principio me costó”
Gastón Guillerón es ingeniero en sistemas de la información, egresado de la regional Santa Fe de la UTN. Tiene 33 años y trabaja en una empresa de desarrollo de software en Paraná. Cuenta que eligió la carrera después de cursar el secundario de seis años en una ENET, de donde egresó a fines de los ‘90 con un título de técnico en computación.
“Una de las críticas que generan este tipo de carreras es porque tienen fama de ser muy pesadas y difíciles, muy cargadas de ciencias exactas. Y es un poco así al principio. A mí me costó”, recuerda. A los esfuerzos en el plano académico se sumó la crisis de 2001. “Había que cambiar federales en la Caja de Conversión para poder viajar a Santa Fe. Fueron años muy complicados”, señala.
Guillerón adjudica la escasez de ingenieros de su campo en parte a la gran demanda: “Las empresas captan a los chicos ya en tercer año. Una vez superada la primera etapa de cursado, la oferta laboral es mucha y el que necesita trabajar o quiere ganar algún dinero se aleja de la facultad. Trabajar y estudiar una carrera como ésta es complicado”, explica.
Cuenta el joven que apenas recibido comenzó a trabajar en la misma facultad, dictando cursos. Era el año 2004 y en la región comenzaban a aparecer las primeras empresas de desarrollo de software. “Después comenzaron a llegar muchas más, tanto en Paraná como en Santa Fe. Hoy hay empresas de Buenos Aires radicadas acá, en parte por la cercanía con las facultades”, indica.
Menciona también Guillerón que hay una alta rotación en el empleo de los ingenieros en sistemas, práctica que está llegando a la región: “Es común que uno trabaje en una empresa por un determinado salario, al poco tiempo lo llamen de otra para ofrecerle más dinero y así sucesivamente”, ejemplificó.
Sobre las perspectivas de desarrollo, expresó: “Yo no estoy ni a favor ni en contra de los gobiernos de turno, pero es evidente que hay políticas como la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología y la existencia de muchos programas de financiamiento de proyectos tecnológicos que antes no existían. Hay un fomento a la industria del software y toda una movida que hace más factible del desarrollo de esta industria que antes era para elegidos”.
TESTIMONIO II
“No hay que ser un genio”
Nancy Krüger tiene 35 años, vive en Paraná y es bioingeniera. Estudió en Oro Verde entre 1995 y 2002. “No es una carrera difícil, pero hay que ser conciente de que la cantidad de tiempo que hay que dedicar es superior al de otras carreras. Los conocimientos son muy diversificados y uno, de acuerdo al enfoque que traiga, se topa con materias que no le son afines o que no está acostumbrado a aprender”, describe.
En su caso, llegó a la facultad con un bachillerato. “Cualquiera puede estudiar Bioingeniería. No hay que ser un genio. Como en toda carrera, hay alumnos brillantes que se gradúan en muy poco tiempo. Estamos los que nos recibimos en 7 u 8 años promedio. Y también los típicos estudiantes crónicos”, detalla. Si bien reconoce que la carga y la distribución horarias son poco compatibles con el desarrollo de un empleo, asegura que “trabajar y estudiar Bioingeniería no es imposible”.
Después de recibida, Krüger decidió hacer una pausa para tener su primer hijo y se mudó a Buenos Aires. Después, consiguió trabajo enseguida en una empresa dedicada a la venta de equipamiento médico para instituciones de salud que había patrocinado su proyecto final. Años más tarde decidió volver a Paraná, donde reside actualmente. Sigue conservando el trabajo de Buenos Aires, pero ahora lo hace desde su casa, a distancia. Y sumó otro empleo en la ciudad, en una empresa líder en equipamiento de salas de terapia intensiva y quirófanos.
Cuenta Krüger que el salario promedio de un bioingeniero que recién comienza es de entre 7.000 y 8.000 pesos, a los que pueden sumarse comisiones por ventas o alquileres de equipos. En su caso, tiene dos empleos y trabaja de 8 a 13 en una oficina y de 14 a 18 en su domicilio. Hace tres meses nació su segundo hijo. “Hay pocas mujeres que se animan a Bio, pero por suerte van apareciendo cada vez más”, celebra.
Abierta la inscripción
Bioingeniería en la UNER (Oro Verde)
Ingeniería Agronómica en la UNER (Oro Verde
Ingeniería en Alimentos en la UNER (Concordia)
Ingenierías Electrónica, Civil y Electromecánica en la UTN (Paraná)
Ingenierías en Sistemas de Información, Electromecánica y Civil en la UTN (Concepción del Uruguay)