PARANÁ
ZONA ROJA.
“Hay que trabajar igual, no queda otra”. La mujer llegó hace un rato a la esquina de la zona de la terminal de ómnibus de Paraná; pese al fresco y a que recién son las 23, el movimiento de clientes parece intenso. Por el cierre de prostíbulos, cabarets y whiskerías ordenado por la Municipalidad, con el fin de combatir la trata de personas, muchas de las mujeres que antes trabajaban en lugares cerrados ahora esperan a los clientes en las calles. Esto molestó a algunos vecinos.
La terminal, avenida Almafuerte y la zona del Parque Industrial son desde siempre los lugares de oferta sexual callejera. “Ahora se están viendo muchas caras nuevas”, dijo una mujer que hace años está en la misma esquina de Alem. Según se informó, en los boliches trabajaban en su mayoría santafesinas, que ahora se mudaron a las calles y disputan territorios. Es que “en Paraná se paga mejor, en Santa Fe hasta 30 pesos llegan a cobrar”, sostienen.
De todos modos, algunas afirman que pese a la movida que hubo por el cierre de locales, “hay boliches que siguen funcionando igual, atienden por la puerta del costado”.
En Paraná hay alrededor de 120 mujeres que ejercen la prostitución, más las travestis, que se distribuyen en diferentes zonas de la ciudad y trabajando de manera particular por teléfono u otros medios.
“Ahora algunas publican en los clasificados como masajistas”, contó una mujer. El trabajo es de mañana, tarde, noche y trasnoche, durante todo el día hay recambio en los distintos lugares.
La presidenta de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) en Entre Ríos, Claudia Carranza, tiene su punto de vista: “La demanda de compañeras se puso un poco más en la calle, porque no hay otro lugar donde trabajar, tiene que ver con el cierre de las whiskerías, pero realmente no es un número tan importante. Obviamente lo que produjo eso no es que las compañeras dejen de trabajar, simplemente se han puesto a trabajar en un lugar que no conocen, que es la calle. Más o menos han optado por ir a otros espacios, o dentro de la provincia en lugares cerrados”, dijo en la 97.1, La Red Paraná.
Carranza opina que la calle, papara quienes nunca han trabajado en ese ámbito, es complicado para todos por igual: “Cuando se cierran los boliches a las compañeras las pusieron en más clandestinidad y más vulnerabilidad, porque no están acostumbradas a trabajar en la calle, ya que es un ambiente totalmente distinto al que ellas conocen. Y lo puede decir hasta un taxista, que no es lo mismo que una oficina. Como trabajo, tiene los mismos riesgos”.
Un asunto de convivencia
La medida también tuvo su repercusión entre vecinos de las zonas rojas. “¿Para qué cerraron los prostíbulos? ¿Para que a las 10 de la noche estén paradas con el c… a la calle en pleno Almafuerte? No digo que no trabajen, pero no tiene que ser tan expuesto a la gente”, decía Jorge a Uno.
Por su parte, las trabajadoras sexuales dicen que la relación con los vecinos siempre fue buena, y Claudia Carranza sostiene que hay que optar por el diálogo con ellos: “Dentro de la organización con algunos vecinos hemos tratado de conciliar algunos espacios donde los vecinos no quieren a las compañeras, y creo que hoy por hoy esa no es la molestia, tratamos de vivir en convivencia”.
¿Trata o explotación sexual?
El 15 de febrero por la noche, inspectores de Habilitaciones Comerciales de la Municipalidad y policías de la División Trata de Personas allanaron y clausuraron varios prostíbulos de Paraná: la Pensión 14 de las cinco esquinas, Barrabás, en Almafuerte al 1700 y El Ángel Vip de Monte Caseros al 200. La Ordenanza Nº 8.955 del Concejo Deliberante prohíbe “en todo el ejido municipal la habilitación de cabarets, whiskerías y en general todas las casas o locales que bajo cualquier forma o denominación, de características similares, que con acceso abierto o restringido, permita que sus propietarios o administradores obtengan un lucro, ganancia o comisión por la explotación sexual o el ejercicio de la prostitución de terceros, hayan estos prestado o no su consentimiento para ello. La intendenta Blanca Osuna dijo que el objetivo es “dar pasos firmes para erradicar cualquier menoscabo a los derechos de niños, niñas, y mujeres víctimas de la trata”.
Desde Ammar dicen: “Lo que existe -en los boliches- no es la trata, sino la explotación del trabajo sexual, ¿cuántas compañeras tratadas sacaron de los prostíbulos? Lo que se necesita es la regulación a través de una ley que enmarque lo que es el trabajo sexual, mecanismos de reglamentación para que no exista realmente la explotación, ni nadie que cobre del trabajo sexual. Lamentablemente cuando no hay un margen legal es donde aparecen esas mafias, donde hay explotadores y proxenetas”, dijo Carranza, y agregó: “Si bien no negamos que a veces hay trata en algunos lugares, entendemos que si hubiera una regulación, un control, esas cuestiones no pasarían, porque las mismas compañeras teniendo una herramienta legal podrían ir a denunciar cuando en esos lugares hay trata”.
“El problema es cuando hay una menor”, dicen mujeres con experiencia en la calle. “Ahí es cuando viene la Policía y se arma lío, pero en general somos casi todas grandes”. Claudia Carranza agrega: “La ley es muy clara, lo que está prohibido es la explotación sexual, de menores y la trata. Nosotras estamos totalmente a favor”.
Más allá de la calle
Una de las mujeres es de otra provincia y recordó cuando también clausuraron los boliches en Buenos Aires, donde muchas debieron salir a la calle. Ella relativizó un poco el riesgo del lugar de trabajo, cuando en realidad está en otro lado: “Hay mujeres que necesitan trabajar, sea en boliches o en la calle, porque si llegan a la casa sin plata, sus maridos las muelen a trompadas”.
Otra mujer contó su historia y demolió el mito de que sea común la prostitución por elección: “Yo tengo cinco hijos, y hace cinco años que mi marido se fue, no sé dónde está y no me pasa plata. Estoy acá para darles de comer a mis hijos, no me queda otra, si hoy no trabajo mañana no comen. Mis padres se murieron y mi hermana está afuera. No tengo problemas para trabajar en otra cosa, pero no consigo nada. Que venga un político y me dé otro trabajo, no tengo ningún problema”.