Lanús se vuelve de pie del Pacaembú. Con confianza y seguridad, como se tiene que volverse de Brasil un equipo que aspira a ser campeón. Sufrió, hay que decirlo, con algún que otro disparo de media distancia que Marchesín atrapó sin problema (y un tiro libre que dio en el travesaño). Pero no más que eso. Nunca fue dominado, nunca pareció que fuera visitante y se plantó de igual a igual. Los recursos, los mismos que los locales: salir rápido de contra para agarrar mal parado al rival. Así fue como consiguió preocupar, aunque también padeció. Sin embargo, el 1 a 1 (no da ventaja el gol de visitante) es un buen resultado teniendo en cuenta que se define en el Sur, ante su gente, con la ilusión intacta, con las ganas de hacer historia en el continente.

Todavía se estará lamentando el Pelado Silva el terrible gol que desperdició. Claro, estaba paradito frente al arco vació y su tiro terminó afuera. Quizás ese tanto hubiera cambiado la historia. Pero el fútbol siempre da revancha, yorugua. Apareció Goltz, con un impecable tiro libre, para que se grite en Lanús y se escuche en San Pablo. Al toque, estuvo cerca nuevamente Paolo, esta vez de cabeza, aunque el grito se lo ahogó Tigrao. Estaba firme en el medio el Grana. No pasaba sobresaltos. Pero... pero... los árbitros internacionales también se equivocan: Chiquinho picó en busca de un pase profundo, forcejeó con Izquierdoz, el juez Silvera -bien ubicado- hizo el gesto de “siga siga” y, a instancia del línea, cobró la infracción. De allí a la igualdad hubo sólo un tiro libre excelente de Felipe Bastos.

Lanús pegó el regreso con un buen empate en el bolsillo. Era importante no perder, y no lo hizo. Ahora depende todo de Lanús. Está a un paso de conseguir algo único e histórico. El sueño sigue intacto. Lanús está de pie, listo para llenarse de gloria.