Las últimas luces del atardecer del martes le jugaron una mala pasada a los cuatreros. Alrededor de las 19 llegaron a un campo ubicado a unos 15 kilómetros al norte de la ciudad de Gualeguay, en la zona del Segundo Distrito, y aprovecharon una tranquera abierta para entrar al establecimiento que es propiedad de un comerciante de apellido Paz. Pero la escasa luz permitió que un vecino de la zona advirtiera que el auto en el que se trasladaban los desconocidos no era el del dueño del campo ni de las personas que habitualmente trabajan en ese lugar, y que los intrusos habían comenzado a arrear hacienda hacia los corrales donde se encuentra la manga y el embarcadero. Y ante la duda, el testigo optó por llamar por teléfono a su vecino.

Alertado, Paz llamó a los policías, que en patrullero lo pasó a buscar por su casa de Gualeguay, para emprender todos juntos la marcha hacia el campo.
Sorprendidos. Cuando llegaron al fondo (de unas 40 hectáreas), encontraron a dos hombres cargando novillitos y vacas gordas raza hereford, en un camión con acoplado, con luces encendidas y estacionado en el embarcadero.

La Policía rodeó el lugar y logró capturar a los desconocidos. Se trata de un camionero de Gualeguay que no realiza habitualmente transporte de ganado, y de un hombre sin ocupación fija que ya habría sido investigado por algunos hechos delictivos ocurridos en la zona.

Ambos fueron detenidos y trasladados a la Jefatura Departamental Paraná por disposición del fiscal Esteban Sebastián Elal, quien ordenó constatar marcas y señales de las 40 cabezas que pensaban llevarse, 20 que ya estaban dentro del acoplado y otro número igual, que esperaban ser cargadas, embretadas en la manga de embarque.