Según fuentes policiales, en el lugar intervino por jurisdicción el personal del destacamento de Colonia Yeruá, quienes encontraron el cuerpo de la víctima en un galpón, donde se había desarrajado un disparo en la boca con una vieja escopeta de un solo caño. El terrible cuadro fue descubierto por la esposa del occiso, una mujer de 25 años de nombre Mónica Díaz, con quien Debortoli tenía un hijo de 4 años.

El comisario Lucio Villalba destacó que la víctima “escribió una serie de cartas dirigidas a sus familiares” antes de tomar tan drástica decisión. Pero también “envió mensajes de texto en horas de la madrugada a algunos de sus familiares”, los que se presume que no fueron leídos “por la hora a los que los envió”.

Por otro lado se confirmó que algunos de sus más allegados admitieron que “días antes de esta decisión no lo notaban bien, pero estiman que podía ser consecuencia de que este hombre habría quedado sin empleo hacia unos 25 días”, pero en ninguno de los casos esperaba que la situación pudiera confluir en un suicidio.

Las actuaciones judiciales quedaron a cargo del Fiscal Mario Guerrero, quien solicitó que el cuerpo sea sometido a una autopsia para determinar las circunstancias del deceso.