Al menos 350 reclusos murieron hoy en la cárcel de Comayagua, a 100 kilómetros al norte de Tegucigalpa, en un incendio originado esta madrugada y cuyas consecuencias pudieron haberse agravado por la decisión de los custodios de no abrir las puertas de las celdas a pesar del pedido desesperado de los presos, informaron autoridades hondureñas.
Si bien oficialmente se desconocen las causas del siniestro, fuentes extraoficiales dijeron que pudo haberse tratado de un intento de fuga o de motín, o de una acción intencional cometida por una persona que huyó. El comisionado de los Derechos Humanos, Ramón Custodio López, dijo que la cantidad de muertos podría ser de 356, casi un centenar más que los 272 estimados en principio.
Por su parte, el vocero de la Policía Nacional, Héctor Iván Mejía, dijo a las cadenas radiales que en el penal se encontraban detenidos 820 presos, de los cuales algo menos de 500 fueron trasladados a un lugar seguro, citó la agencia de noticias DPA. Sobrevivientes denunciaron que los carceleros se negaron a abrir las celdas.
"Nos estábamos quemando, sentíamos pánico y más cuando no nos abrían las celdas", acusó un reo que fue trasladado al Hospital-Escuela de Tegucigalpa.