“Con todas las maldades que me ha hecho, agarré y lo hice”. Así reconoció y justificó un joven haber matado a otro hace cuatro años. Ambos eran recolectores de residuos en carros con caballos, y varios episodios violentos previos fueron acumulando rencor y bronca para lo que pasó el 22 de abril de 2008. Hoy César Exequiel Alvarenga es juzgado por matar a Víctor Hugo Carrasco con dos disparos en la cabeza luego de que este le quitara los frenos del caballo, en Circunvalación y Almirante Brown de Paraná.
En el mismo juicio en la Sala 1 de la Cámara del Crimen se ventilan otros hechos, en los que están implicados otros cuatro jóvenes acusados de robos: César Alvarenga y su hermano Walter, Miguel Mesa, Jorge Fernández y Gastón Martínez Alvanesi están imputados por robos simples y robos calificados por escalamiento (cometidos al ingresar a un vivienda). Los cinco son asistidos legalmente por el defensor oficial Luis Pedemonte.
El robo del freno y la furia
Al ser indagado por el Tribunal por el homicidio, Alvarenga declaró su versión de lo ocurrido aquella tarde. El joven de 23 años contó que había ido a aquella zona de Don Bosco al final con su carro a buscar pasto para alimentar a su caballo. De regreso se le rompió el vehículo en Circunvalación y Almirante Brown, y le pidió a un herrero conocido de la zona una herramienta para arreglarlo. Mientras hacía las reparaciones, pasó Carrasco en su carro, acompañado de un chico de 10 años, paró y le quitó los frenos de su caballo.
Para Alvarenga fue la gota que rebalsó el vaso: “Ya me había robado el caballo, la ropa y las zapatillas en el Volcadero, y le tenía miedo”, dijo. Entre aquellos episodios ocurridos semanas antes, recordó el robo del caballo y el posterior pedido de rescate, por el que debió pagar.
Carrasco se iba con el freno y lo amenazaba con matar a su hermano y toda su familia. Alvarenga no dudó: agarró la pistola Bersa calibre 22 que llevaba y lo siguió al grito de “¡devolveme el freno!”. Como la yegua iba despacio y luego se paró, el joven lo alcanzó, le apuntó a dos metros de distancia y disparó tres veces; dos balas fueron letales: una en la frente y otra arriba de la oreja derecha. Pese a la precisión de los disparos, dijo que “estaba ciego”. Luego se subió al caballo malacara y huyó hacia la casa de un amigo.
Entre los testigos declaró Eva Sosa, la pareja de Carrasco, quien recordó cuando el chico que lo acompañaba en el carro le contó lo sucedido. Además, la joven negó que su pareja le haya pedido rescate a Alvarenga por el caballo que le había sustraído, y acusó del asalto que relató a “los Chanos”.
El Tribunal de la Sala I está conformado por Miguel Ángel Giorgio -presidente-, Hugo Perotti y José María Chemes, y la fiscal de Cámara es Carolina Castagno. Hoy continúa el debate con más testigos del homicidio y de los demás delitos que se intentan esclarecer, publica diario Uno.
Juicio por los robos
Los cinco jóvenes sentados en el banquillo de los acusados son juzgados por cuatro robos, en los que tuvieron diferente participación. Entre ellos están el robo de elementos de un auto estacionado en calle Salcerini al 1700, el de un teléfono que estaba amurado en la pared de un kiosco de calle Vucetich y Ayacucho, el de unas chapas, llaves y fierros en el galpón del Tiro Federal que utiliza la empresa flecha Bus, y el ingreso a una casa donde uno de los jóvenes se llevó una garrafa de 10 kilos.
Algunos de los delitos están calificados como robo simple, y otros agravados por escalamiento, es decir por el ingreso a una propiedad ajena por una vía no destinada a tal efecto.