5 de octubre de 2012 |
Froilán González, una leyenda viviente |
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A los 90 años, José continúa siendo ese ícono inalterable del que toda la vida, sin falsa modestia, podrá enorgullecerse el deporte argentino.
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"¿Te acordás de la maqueta de la Ferrari 375 que te mostré en casa? Con la que gané en Le Mans, ésa. bueno, estamos haciendo otra, mucho más grande, así que te podés imaginar. Después, se la voy a donar al Automóvil Club para que la tengan ahí. ¿Yo para qué me la quiero quedar? La dejo allá, que la gente la pueda ver y listo." No hace falta proponer un tema ni buscarle el justificativo periodístico al asunto. El que se lanza a hablar, café de por medio, es José Froilán González, tal vez el último símbolo viviente que aún atestigua una época dorada del automovilismo deportivo argentino. El primer ganador con Ferrari en la Fórmula 1, el único criollo triunfador en las 24 horas de Le Mans, el irrenunciable lugarteniente de Juan Manuel Fangio en Europa, cuando la Argentina se daba el lujo -allá por 1954- de contar con el campeón y el subcampeón de la máxima categoría, porque todo se hacía pausadamente, sin sobresaltos y siempre sobre pasos correctos deportiva y dirigencialmente. Nacido el 5 de octubre de 1922 en La Colonia, un paraje fundado por su padre -Isidro José- entre Arrecifes y Salto, el gran Froilán cumple hoy 90 años. Y los coches, las carreras y los apellidos siguen brotando desde su palabra entusiasta. "Yo arranqué en el 46, en la Fuerza Limitada. Siempre corría con seudónimos para que mis viejos no se enteraran. Un día gané como 'Canuto'. ¡Para qué! Salí en el diario local y mi viejo me preguntó: «¿Lo conocés al que ganó? Dicen que es de acá». Yo le contesté: «Qué sé yo, papá. ¡Hay cada loco suelto en Arrecifes!» ¿Qué le iba a decir?" Y Pepe, o el Cabezón, o simplemente Froilán, se vuelve a reír como si la travesura acabara de consumarse en ese instante. Después, irá y volverá en el tiempo una y mil veces... "A nosotros nos fue bien", argumenta en referencia a la legión Argentina que llegó al Viejo Mundo a comienzos de los cincuenta. "Tuvimos el inestimable apoyo del ACA, que siempre estaba atrás de todo. Había dirigentes como Pancho Borgonovo y Carlos Anesi, a los que yo conocía de mi época en el TC. Ellos nos brindaron una mano grande. Y como yo había ganado en la Costanera y en La Gavea, con Ferrari, tuve la suerte de conocer a Don Enzo. Ahí empezó todo", rememora. Su alianza con la casa de Maranello marcaría a fuego su vida y le permitiría escribir páginas de gloria. El primer éxito en la historia de la escudería italiana dentro de la F.1, en el GP de Gran Bretaña de 1951, motiva hasta hoy que cada 14 de julio Froilán reciba llamados, mensajes y telegramas de todos los rincones del mundo recordándole la hazaña. "La gente se acuerda mucho de ese día. Será porque de aquella época quedo yo solo.", se permite bromear sobre la circunstancial condición: es el único sobreviviente de los pilotos que en 1950 participaron regularmente de la primera temporada del Mundial de Conductores. Como quien confiesa que ha vivido, atesora una anécdota de cada hito de su campaña. Sobre el "1-2" argentino logrado en el campeonato de F.1 de 1954, indica: "No le pude pelear ese torneo a Fangio hasta el final por una cuestión anímica. En Alemania se mató mi amigo Onofre Marimón y eso me destrozó. En Nurburgring estaban nuestras familias, no sabíamos si seguir corriendo o no. Al final, yo salí, di unas vueltas y me retiré. No podía seguir. Igual, fui subcampeón". Del triunfo en el célebre circuito de Le Mans le quedó una espina clavada: "¿Sabías que (Maurice) Trintignant, que ganó conmigo esa carrera, iba a venir acá a celebrar el aniversario? No pudo ser, se me fue antes.", se resigna. La nostalgia jamás lo forzó a desentenderse del presente. Por eso sigue el desarrollo de los pilotos argentinos en el exterior. "Yo hice lo posible hace unos años para que Pechito López pudiera llegar a la Fórmula 1. Es un pilotazo que había hecho toda la escalera y probó el Renault con el que Fernando Alonso salió campeón en 2005. Pero no pudo ser. Que un corredor llegue, a veces no es cuestión de talento, ni siquiera de plata. Hoy también influye mucho la política", se lamenta, aunque se esperanza con Esteban Guerrieri. "Aunque corra en los Estados Unidos no hay que descartar que pueda volver a Europa. Acordate del caso de Mario Andretti", lanza en retrospectiva con una lucidez asombrosa para registrar momentos y circunstancias. Y claro, su amada Ferrari y la Fórmula 1 actual nunca quedan al margen: "Está todo muy parejo, vamos a ver qué pasa. Yo le tengo fe a Alonso. Está andando bien, por ahí nos gana el campeonato, ¿no?" Se acomoda su boina y su bufanda, saluda con su habitual "chau, querido" y bajo una fina llovizna se deja ganar por el afecto eterno de gente a la que ni siquiera conoce. A los 90 años, Froilán continúa siendo ese ícono inalterable del que toda la vida, sin falsa modestia, podrá enorgullecerse el deporte argentino.
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