Una de las personas que denunció al cura Justo José Ilarraz por abuso sexual está siendo sometida a exámenes psicofísicos y psicológicos por disposición del juez de Instrucción Alejandro Grippo.
Se pudo conocer que hasta ayer hay cinco denuncias contra el cura Ilarraz. Estas personas estudiaron en el Seminario de Paraná entre 1984 y 1992. Todos ya prestaron declaración. Si bien en un primer momento se habló de 50 víctimas, el número real de chicos abusados sería de 13 y la cantidad de denuncias que se llevarían a plasmar en el expediente serían entre siete y nueve.
Juan Ángel Fornerón y Mario Muñoz, abogados del sacerdote, presentaron un nuevo planteo de prescripción por las nuevas denuncias que se agregaron en el expediente. Por tal motivo, el juez Grippo abrió un nuevo expediente para que las partes respondan al respecto. Mientras esto sucede, la querella a cargo de Milton Urrutia comenzó a contestar el primer planteo de prescripción de la acción penal presentado por Fornerón y Muñoz. Tanto el fiscal como el querellante Marcos Rodríguez Allende ya se opusieron al fin de la investigación.
El cardenal Estanislao Karlic y los arzobispos Mario Maulión y Juan Alberto Puiggari todavía no respondieron si declaran por escrito o si se presentarán ante la Justicia. Tal cual ayer, por sus cargos, los tres prelados tienen la posibilidad de declarar por escrito, según lo que determina el artículo 250 del Código Procesal Penal. Deben declarar: el párroco de la Catedral de Paraná, Silvio Fariña, y el actual vicario general de la Diócesis de Concordia, Alfonso Frank; monseñor Luis Alberto Jacob, exrector del Seminario y hoy párroco de Nuestra Señora de la Piedad, y todos los sacerdotes que conforman el denominado decanato III. Este decanato está integrado por los sacerdotes José Dumoulin, vicario de Nuestra Señora de Luján; José Carlos Wendler, párroco de Luján; Alfredo Nicola, párroco de Oro Verde; Mario Olivera, de Villa Urquiza; Agustín Hertel, de San Francisco de Borja; José María Gauthier, responsable de la Casa Padre Lamy; y el ahora vicario de Nuestra Señora de la Piedad, Leandro Bonnin.
Veraces y dolorosos
El fiscal Juan Ramírez Montrull, consideró que los testimonios de las víctimas son contundentes, coincidentes y dolorosos.
El funcionario explicó que “todos los denunciantes han tenido vocación sacerdotal, la cual se vio corrompida”, y destacó la lucha de una de las víctimas que siempre buscó que se sancione al sacerdote. Ramírez Montrull precisó que “las víctimas son totalmente creíbles, sus testimonios son creíbles”. Por último, el fiscal, que ya rechazó el planteo de la defensa para que se cierre la causa por el paso del tiempo, dijo: “Es apresurado decir que esto está prescripto; hay tratados por los Derechos del Niño, que dicen que no pueden quedar sin castigo este tipo de hechos”.