Este jueves, a las 16, se cumplirán nueve años del secuestro y la desaparición de la adolescente de 13 años de San Benito, Fernanda Aguirre. Hay una mujer condenada por el crimen, el principal sospechoso muerto, pero ninguna pista del paradero de la chica.
El emblema de la lucha por la búsqueda y por justicia, hasta su muerte, fue la madre María Inés Cabrol, pero el padre y los hermanos siempre estuvieron presentes en cada paso. Sin embargo, desde el fallecimiento de la mujer hace tres años, nadie de la Justicia se ha comunicado con la familia de Fernanda para darles novedades acerca de la búsqueda, o simplemente para decirles que no han hecho nada.
“Es como que ya se terminó todo”, afirmó María Emilia, hermana de la desaparecida. “El abogado, la jueza, todos estaban hasta que falleció mi mamá (el 11 de mayo de 2010). Como que la familia no estuviera”, agregó. Y resumió las novedades que han tenido en estos últimos años: “Nada”.
Como todos los 25 de julio de cada año, hoy a las 19 habrá una misa en la parroquia de San Benito en memoria de Fernanda.
La investigación pudo determinar que en horas de la siesta de aquel domingo, Miguel Ángel Lencina, junto a su sobrino de 14 años, secuestró a Fernanda en una calle de San Benito, cerca del cementerio local.
Este hombre fue detenido y luego apareció ahorcado en una celda de la Comisaría Quinta de Paraná, en un confuso y oscuro hecho que terminó caratulado según la Justicia como suicidio. La esposa de Lencina, Mirta Cháves, fue condenada a 17 años de prisión en diciembre de 2007 por el delito de Secuestro extorsivo de una menor.
El otro juzgado por el Tribunal de la Sala I de la Cámara del Crimen fue Raúl Monzón, finalmente absuelto. De este modo quedó el caso cerrado y fueron pocas las pistas surgidas luego para investigar el destino de la adolescente.
La madre de Fernanda nunca dejó de sospechar que su hija había sido entregada a una red de prostitución. Por el contrario, los jueces del Tribunal que juzgó a los acusados (José María Chemes, Hugo Perotti y Ricardo González) afirmaron que esta hipótesis “ha perdido asidero casi por completo (...) toda vez que ninguno de los datos aportados al respecto ha sido corroborado mínimamente”.
Sostuvieron en la sentencia que “las notas y esquelas con pedidos de auxilio encontradas en distintos lugares del país no pertenecen al patrimonio escritural de Fernanda Aguirre, siendo probablemente burdas imitaciones ‘plantadas’ o hasta bromas de mal gusto”.
Mirta Cháves estudia Psicología
La abogada Nora Lanfranqui fue la defensora de la única condenada por la desaparición de Fernanda, durante el juicio oral y público que se desarrolló en 2007. La letrada explicó: “lo fundamental es que ella no intervino ni en el secuestro ni en la desaparición, sino cuando Lencina la obligó bajo amenaza de muerte de él y sus hijos, a que colabore llamando por teléfono para pedir la plata”.
“Eso es lo que ella hizo, le habló a la señora Cabrol, un número de teléfono que tenía anotado en la penca de un cactus, escrito con una espina o un palito. Mirta le pidió que lleve los 2.000 pesos, que supuestamente era el dinero que tenían por la venta de un pequeño remolque. Después estuvo con Lencina mientras esperó la entrega del dinero, y después en la madrugada se fueron” (Él para la cárcel de Concepción del Uruguay, porque estaba preso con salidas socio familiares, y ella para su pueblo de la provincia de Santa Fe).
“De todos modos la Justicia la condenó porque muerto Lencina ¿a quién le iban a hacer cargar la mochila? El clamor social era tan grande que a alguien había que condenar”, sostuvo Lanfranqui.
Hoy, Cháves estudia Licenciatura en Psicología en la Unidad Penal Nº 6, “quiere salir y hacer sus cosas”, finalizó la abogada.