El debate se desarrolla a puertas cerradas en la sala de tribunales y está a cargo de la Sala II de la Cámara del Crimen, integrada por Hugo Perotti, Daniel Malatesta y Marcela Davite, que ayer escucharon el testimonio del imputado, quien se declaró inocente y acusó a sus hermanos, los padres de las víctimas, de “armar un complot” en su contra para vengarse de una disputa generada por un juicio sucesorio. Además, intentó desacreditar a las víctimas y se presentó como un hombre “digno, de trabajo y de familia”.
El acusado, Pablo Esteban Bruselario, llegó al juicio oral en libertad, por disposición del Superior Tribunal de Justicia (STJ), a pesar de la gravedad de las imputaciones. Los aberrantes hechos habrían ocurrido entre 1992 y 2004, pero salieron a la luz recién en junio de 2006, cuando una de las niñas, que ya tenía 18 años, se animó a contar su calvario; como luego lo hicieron también sus primas.
Las cuatro víctimas son sobrinas de Bruselario, hijas de sus hermanos, y vivieron amenazadas durante esos años. Durante la instrucción se acreditaron alrededor de 50 violaciones contra una de las niñas y 20 contra otras dos, desde que tenían entre 5 y 6 años hasta que cumplieron los 12 y 14 años. La otra víctima no fue violada, pero, como sus primas, fue obligada por su tío a masturbarlo y sometida a otro tipo de impudicias, tal el testimonio que dieron en sede judicial. Según dijeron, durante años Bruselario las tuvo amenazadas para que no contaran lo que les hacía. Les decía que mataría a sus padres. Y luego de que se denunciaran los hechos, el propio violador amenazó en plena calle a la primera de sus víctimas que se animó a contar el horror.
Para hoy están citadas a declarar ante el tribunal, donde podrán ratificar sus padecimientos. Por tratarse de delitos de índole privada, todas las audiencias se realizan a puertas cerradas. Inclusive la ley permite que declaren a través del sistema de Cámara Gesell, es decir, entrevistadas por un psicólogo designado por el tribunal y no en forma directa por las partes, que sí aportan, en estos casos, las preguntas que deseen.
En la primera audiencia del juicio oral declararon también los peritos que entrevistaron a las víctimas, dos oficiales y uno ofrecido por la defensa.
Las cuatro víctimas fueron sometidas a pericias psicológicas. La profesional que las entrevistó hizo constar en su informe que los episodios violentos y no consentidos de contenido sexual quebraron la posibilidad de oposición de las niñas y que en todas ellas el aparato psíquico se encuentra dañado por lo que recomendó tratamiento psicológico.
Ayer, en la audiencia, los peritos oficiales corroboraron que los dichos de las víctimas –hoy todas mayores de edad– son veraces, concordantes y coincidentes entre sí; que sus relatos se sostienen en el tiempo, y eso los vuelve más veraces; que ninguna de las jóvenes presenta “rasgos de personalidad fabuladora o mendaz”; e inclusive advierten que las mujeres presentan “daño en la psiquis” por el trauma que les generó lo que tuvieron que vivir durante su adolescencia.
En el caso de la primera de las jóvenes, el informe elaborado por la psicóloga que la entrevistó tras la denuncia señala que “tiene sentimientos de culpa” y que existen indicadores de “depresión, baja autoestima, miedo, culpa y estigmatización”. La pericia psicológica de las otras tres chicas coincide en que exhiben síndrome de acomodación al abuso sexual infantil, una suerte de adaptación inconsciente que desarrollan los seres humanos para sublimar las atrocidades a las que estuvieron sometidos en esa etapa,