La noticia del cardumen de palometas que atacó a más de 60 personas en Rosario recorrió el país y numerosos medios internacionales se hicieron eco. En la capital provincial, advierten sobre un crecimiento de esta especie en los ríos de la región. Entre las explicaciones del fenómeno, hay coincidencias al afirmar que se ha roto la cadena alimenticia y esa es una de las causas del aumento de la presencia de estos peces. Además dan cuenta de que el calor excesivo de los últimos días alteran su metabolismo y pueden ser causales de la agresividad que presentan. En el Parque General San Martín, desde hace años hay mallas de contención entre las boyas para evitar accidentes como los ocurridos en la ciudad santafesina.
Para los pescadores de Paraná el problema agrava las posibilidades de alcanzar una buena jornada. Raúl Roco, un referente en el sector, dijo en Radio La Red Paraná FM 97.1: “Hemos encontrado tremenda cantidad de palometa. Encarnás buscando pescar y a los 10 minutos no tenés ni una carnada en el anzuelo. Además se encuentran de gran tamaño. Son como pacuceras, pesan varios kilos y hay una barbaridad”.
Sostiene que con el calor se ponen más agresivas e incluso es posible el ataque a una persona como ocurrió en Rosario.
“Suelen ser abundantes en estas fechas pero nunca tanto como ahora; si dejás los pescados un poco más de lo que debés te encontrás con la cabeza y el peine. Sumado al poco recurso que hay, para nosotros resulta nefasto que exista esta cantidad de palometas porque mengua las posibilidades de atrapar algo”, agregó.
Alteradas
También fue consultado Alfredo Berduc, biólogo y director del Parque General San Martín. Afirmó que la desaparición del yacaré en la zona -predador natural de la palometa- favoreció el crecimiento exponencial de esta especia en el río. También agregó aspectos específicos de las características del pez.
Primero aclaró que no es normal un ataque con las características y magnitudes del que se conoció en Rosario e incluso en los balnearios de Paraná no tiene registro de una situación similar. Sin embargo explicó: “Cuando el agua no corre, está un poco baja y hace calor es relativamente usual que algunas personas sufran mordeduras. En el caso de Rosario el río no está tan bajo como para que sea común. Se deben haber dado un conjunto de cosas en ese balneario para que pase así. Las temperaturas del agua hacen que las palometas de nuestros cursos se pongan voraces”.
Con sencillez, el biólogo explicó que al ser una especie de sangre fría, con el calor cambia su metabolismo y les permite estar activas. Al elevarse esa temperatura, la palometa acelera su ritmo y tiene más hambre. “Hace que se pongan, por decirlo de una forma, más alteradas. Nos ha sucedido en el Parque y he decidido poner estas redes de contención porque sin ellas estaríamos sujetos a que puedan morder. En nuestro balneario ha sucedido recurrentemente cuando hace tanto calor y el arroyo está bajo”, aclaró Berduc.
Aclaró que no había escuchado nunca de un ataque a 60 personas. Sus opiniones parten de la experiencia de administrar y cuidar uno de los Parques más importantes para la flora y fauna local.
La selectividad de la pesca es otro de los factores que favorece el aumento de esta especie en los ríos de agua dulce. Raúl Roco y Berduc coincidieron.
“A eso se le suma que algunos de sus predadores como el yacaré -por más que ahora nos esforzamos en repoblarlo- fueron perseguidos por muchos años y los desbalances pueden haber actuado en que la palometa tenga mayor densidad”, sostuvo Berduc.
Cazadora
La palometa es carnívora y no se alimenta de otra cosa. Es cazadora y voraz. Hay tres especies en la región y Berduc contó que por lo general son fieles a un mismo lugar. “Si un cardumen mordió dentro de una playa, es de esperar que vuelvan a morder ahí. A esto lo hemos comprobado en el Parque porque nos ha pasado que lleguen a morder a ocho personas en un mismo día y es siempre en un mismo lugar”, agregó. Contó que atacaban a una o dos personas, se les pedía al resto de los presentes que no ingresen al agua y a la hora la gente se volvía a meter. “Las palometas volvían a morder siempre en el mismo lugar. Esto se debe tener en cuneta porque si bien no son heridas extremas de gravedad, cuando son grandes pueden, como en el caso de la niña en Rosario, amputar falanges o producir daños feos irreversibles”, dijo Berduc y remarcó: “Puede ser un pez mediano con una boca regular y los dientes son increíblemente afilados con una fuerza muy grande. A una persona adulta es factible que le muerdan un talón y dejen un pedazo faltante importante”