18 de marzo de 2014 |
COCINA DE LA DROGA EN ENTRE RIOS. |
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CONEXION ENTRE PARANA Y CONCORDIA.
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Tres meses antes de que explotara una cocina de cocaína que funcionaba en pleno centro de Concordia, la Gendarmería Nacional investigaba a Rafael Benítez por su presunta vinculación con la venta de droga en la ciudad. En esa pesquisa aparecía el nombre de Roberto Sterz como el proveedor de los precursores químicos para la elaboración de la droga. Sterz fue condenado el año pasado por manejar la cocina de droga hallada en Paraná. Benítez es juzgado en estos días por el mismo delito, que habría llevado adelante en Concordia. Los dos negocios, tan ilegales como rentables, parecían desconectados entre sí, pero ayer en el juicio a Benítez declaró el gendarme a cargo de aquella investigación (que quedó trunca por la explosión), y se conoció la sospecha que tenían: la vinculación entre Sterz y Benítez, uno vendiendo y el otro comprando los químicos fundamentales para la receta narco.
El azar y un nombre en común El 27 de marzo de 2011, el laboratorio de cocaína instalado en calle Laprida y Las Heras de Concordia, voló por el aire. La mezcla de gases de los químicos y el calor produjo la explosión, que se cobró la vida de Mariela Elizabeth Tamai, de 24 años. Benítez quedó imputado como responsable de manejar el negocio ilícito, junto a su socio Carlos Olmos. Al mismo tiempo, se dio por finalizada la investigación de la Gendarmería. Cinco meses después de aquel incidente, otra casualidad permitió descubrir otra cocina de cocaína que funcionaba en el Acceso Norte de Paraná. En agosto de 2011 cayó una avioneta en el campo propiedad del empresario Vicente Bioletti, y dos personas murieron calcinadas. Los policías que trabajaron en el lugar encontraron en una tapera del campo gran cantidad de precursores químicos, 30 kilos de pasta base de cocaína y numerosos elementos para la elaboración de la droga. Por este segundo hecho, el Tribunal Federal condenó a prisión al mencionado dueño del campo, al peón Ramón Palavecino y al hombre considerado como cerebro y estratega de la organización: el Viejo Sterz. Ambos casos tuvieron dos cosas en común: por un lado, la trágica coincidencia de que fueron descubiertos a partir de siniestros en los que murieron personas calcinadas; por otro, según el mapa elaborado por los gendarmes que investigaban en Concordia, Sterz era el nombre en común entre las dos cocinas de droga. La hipótesis, no confirmada por haber concluido la pesquisa antes de tiempo, era que la esposa de Sterz llevaba los precursores químicos de Paraná a Concordia, en un auto VW Bora. En el diagrama elaborado por los gendarmes, que consta en el expediente, figura el nombre de Sterz y una flecha con el sentido hacia el nombre de Benítez. Según la información recabada por testigos, pero no por pruebas duras, El Viejo jugaba papel de proveedor de los elementos fundamentales para la transformación de la pasta base en clorhidrato de cocaína. Ahora, el mismo Tribunal que condenó a los implicados en la cocina de droga en Paraná, juzga a los concordienses Rafael Benítez, de 50 años, y a su supuesto socio, Carlos Olmos, de 45. Los dos hombres enfrentan la acusación por el delito de Tenencia y producción de estupefacientes con fines de comercialización, y por lo tanto una pena de hasta 15 años de prisión. El tribunal está integrado por Noemí Berros, Lilia carnero y Roberto López Arango; el fiscal general es José Ignacio Candioti, y los defensores son Edelmiro Díaz Vélez (de Benítez), y el oficial Mario Franchi (de Olmos).
La transformación de pasta base en las dos ciudades y un nombre en común * En la tapera del campo de Vicente Bioletti, en el Acceso Norte de Paraná, se halló la cocina con droga y precursores. * Sterz habría sido el proveedor de químicos. * El 27 de marzo de 2011, en pleno centro de Concordia, calle Laprida y Las Heras, explotó la cocina de cocaína por la mezcla de los gases de los elementos químicos altamente inflamables y el calor del lugar. Una joven de 24 años falleció por las graves quemaduras que sufrió mientras se encontraba en el laboratorio.
“Niego todas las acusaciones” Rafael Benítez declaró ayer ante el tribunal: “Quiero negar todas las acusaciones que me han hecho, que tenía y vendía droga, yo no me dedico a eso. Niego haber tenido relación con Tamai y niego las declaraciones de sus padres”, dijo. Según la acusación, la mañana de la explosión de la cocina de cocaína Benítez fue al hospital Masvernat a preguntar cómo estaba la joven herida. Luego se retiró, y por las sospechas del policía del nosocomio luego lo detuvieron en su auto, en el cual el perro detector de narcóticos marcó la presencia de restos muertos de droga, y le encontraron 2.472 pesos y 7.100 dólares. Benítez dio su versión: “Ese día salí de mi casa temprano, fui a la casa de mi hijo a buscar una plata para llevarle a mi nieta que estaba internada grave en el Garrahan, decidí pasar por el hospital porque estaba un amigo internado en coma. Volvía para mi casa y me detiene la Policía”. El imputado se quejó de que en la rueda de reconocimiento de personas le pusieron al lado a dos jóvenes de 23 y 25 años, siendo que los testigos buscaban identificar a un hombre de 50, su edad. Y también que la Policía le robó partes de su auto cuando se lo secuestraron, y le cambiaron otras por piezas viejas o rotas. También afirmó desconocer a los demás personas implicadas o nombradas en la causa.
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