España sigue demostrando por qué es el mejor seleccionado del mundo. Por segunda vez consecutiva, se metió en la final de la Eurocopa, el torneo de selecciones más importante después de la Copa del mundo, tras eliminar al Portugal de Cristiano Ronaldo en los penales, luego de igualar 0 a 0 en los 120 minutos. El partido, en la previa, tenía todos los condimentos necesarios para ser una explosión de sabor, una demostración de buen fútbol. Con el vigente campeón del mundo de un lado y el jugador estrella del Real Madrid, que necesitaba ganar la Euro para intentar arrebatarle el Balón de Oro a Lionel Messi, del otro, los ojos del fútbol esperaron por el tan ansiado encuentro, que en el desarrollo defraudó.

Lejos de lo que se esperaba, el partido rozó la desilusión. Si bien fue intenso desde el primer minuto, se luchó más de lo que se jugó y, en 120 minutos (90 más 30 del alargue), ningún equipo pudo vulnerar al rival. El 0 a 0 fue el fiel reflejo de cómo se jugó: sin arriesgar y con temores.

Con el empate consumado, la suerte estaba echada a los penales. Cristiano Ronaldo sólo quería patear el último penal, el que definía, el que le daría la tapa de todos los diarios del mundo. Pero no pudo ser. España lo definió antes. Fue 4-2 a favor de la Furia española, para ganar la serie, para pasar a su segunda final consecutiva (la tercera si se suma la del Mundial de Sudáfrica 2010)