River nutrió su confianza al superar por 3-2 a Tigre en Victoria, en el segundo triunfo consecutivo en el Torneo Inicial. Un cóctel de vértigo y contundencia le bastó al Millonario para dejar atrás a un rival peligroso por su saludable propuesta ofensiva. Mientras termina de plasmar su nueva idea, Almeyda tiene motivos para sonreír y respirar en paz.

El primer tiempo estuvo gobernado por un vértigo que las defensas no lograron resistir. Como consecuencia, hubo tres goles y otras llegadas peligrosas a los arcos. River golpeó primero a los 10 por intermedio de Villalva, el remplazante de Trezeguet. El Keko recibió de Ponzio en la coronación de un contragolpe y venció la floja resistencia de García. En tanto, el uruguayo Sánchez conectó un centro de Funes Mori con la cabeza y gritó el segundo a los 15.

El Matador no bajó los brazos y, a través de la velocidad de Pérez García y Torassa, le hizo daño a la zaga riverplatense. Además, los de Arruabarrena ganaron asiduamente en la vía aérea. Precisamente, Orban descontó de esa forma a los 20. La tensión y la paridad se mantuvieron hasta el descanso. River siempre fue frenético y vertical, al límite del apresuramiento. Mientras tanto, Tigre se mostró picante y aceptó el ida y vuelta.

Sin Trezeguet, Funes Mori se erigió como el ariete central y fue determinante en el tercer tanto, que llegó a los 21 segundos del complemento. Lanzini selló una jugada impulsada en dos ocasiones por el Mellizo y celebró el 3-1. ¿Partido terminado? Para nada, porque un error sorpresivo de Barovero (hasta ese momento había sido muy sólido) al dejar escapar una pelota en un salto le sirvió el tanto al ingresado Ftacla.

En la recta final del emotivo encuentro, el debutante Luna casi promulga la ley del ex con un tiro que dio en el travesaño. Hubiera sido el moño para una noche llena de goles y emociones, en la que River se llevó el gran premio por su mayor potencia y efectividad en ataque. En el horizonte del Millonario ya se vislumbra la silueta del debilitado San Lorenzo.