Sábado por la mañana. Una insoportable mañana de febrero. Un llamado telefónico alerta a la Policía sobre la presencia de un merodeador en la zona de calle Brasil y Don Bosco de Paraná. Hacia allá va una patrulla de la Comisaría 4ª y los efectivos advierten que una ventana, sobre la puerta de entrada de la casa de la esquina, estaba abierta de par en par y que desde el interior se escuchaban sonidos extraños. Uno de ellos ingresa, al grito de “alto, policía”, y avanza con su arma en la mano. Luego de unos minutos sale, pide un teléfono y vuelve a entrar. Lo que sigue es más conocido: en la casa donde vivían dos profesionales se encontraron 66 macetas con plantas de marihuana, un invernadero acondicionado para el cultivo y una habitación con pavos.
Ayer comenzó el juicio contra la psicóloga Olga Beatriz Barbini y el odontólogo Roberto Ricardo Heit Gallinger, los dueños de la casa, acusados por el delito de siembra o cultivo de semillas para la producción de estupefacientes, que prevé una pena de cuatro a 15 años de prisión.
El juicio se desarrolla en medio de un intenso debate sobre la despenalización del consumo de marihuana, dentro de la esfera de la intimidad, que es la alegación de la psicóloga, quien aseguró en su declaración indagatoria que la ingería como infusión para calmar intensos dolores de cabeza y vómitos y que también se colocaba compresas en los ojos para mejorar la vista, luego de una mala praxis médica. En tanto, el hombre se abstuvo de declarar.
MERODEADOR. En el inicio del debate, Barbini declaró durante una hora y media ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná. En su indagatoria, admitió que las 66 plantas de marihuana le pertenecían, que utilizaba la droga por sus facultades medicinales y que había incursionado en el cultivo en enero de 2011, aproximadamente.
El procedimiento en la casa de la psicóloga y el odontólogo se realizó el 4 de febrero de 2012 y la Policía descubrió un invernadero con luz artificial y sistema de ventilación en el que había baldes de 20 litros con plantas de hasta 1,60 metros de altura.
La mujer reconoció haber sido quien efectuó el llamado telefónico que motivó la intervención policial porque, según dijo, había visto a una persona merodeando frente de la casa y eso le provocó temor por su padre, que vivía enfrente y había sufrido dos robos consecutivos en los días previos.
Esa mañana, tras denunciar al merodeador, Barbini y Heit salieron a comprar una hormigonera que un albañil le reclamaba al padre de ella, puesto que habría sido sustraída en uno de los robos. Según dijo, cuando volvió, al mediodía, tres horas después, ya estaba la Policía en su casa. “Me llamaron aparte, me dijeron que no lo habían encontrado… no pensé… no pensé que fuera por esto que hoy nos tiene reunidos”, dijo ayer ante el tribunal que la juzga.
LA HORA DEL TÉ. Luego de ello, la mujer inició un relato sobre el drama que padeció a partir de una operación en los ojos, por un cuadro de miopía, y que, sin embargo, le generaba intensos dolores de cabeza que se volvieron crónicos e “insoportables” y vómitos. Además de sequedad en los ojos, presión ocular, visión borrosa y hasta un problema cardíaco por una medicación que quien realizó la cirugía presentaba como “gotas mágicas”. “Los dolores eran espantosos, no me dejaban vivir”, aseguró.
“Un buen día, en la sala de espera, me entero que para los dolores de cabeza muy intensos, muchos pacientes consumían marihuana”, contó la mujer. “Entonces planté las semillas y cultivé las plantas”, acotó. Inclusive, señaló que en un viaje a España consiguió semillas modificadas genéticamente y aptas para su objetivo.
A lo largo de toda su declaración insistió en destacar las facultades medicinales de la marihuana y, si bien les ocultó a los médicos que la trataban que la estuviera consumiendo en forma de té, aseguró que facultativos españoles se la recomendaron para calmar los dolores. “En ningún momento pensé que dañaba a nadie, lo hacía para mí, por mi salud y en mi intimidad”, insistió Barbini.
“Empecé con el té, a hacerlo cada vez más seguido y notaba que eso calmaba los dolores”, afirmó la mujer, que ante una pregunta sobre la frecuencia con la que consumía la infusión, dijo que era dos veces al día, tres veces por semana. “Con el té de marihuana y las compresas en los ojos, veía mejor y cesaron los dolores”, aseguró en otro tramo de su declaración.
En el final de la indagatoria, le preguntaron si después de haber pasado 45 días detenida en la cárcel de mujeres había retomado el consumo de las infusiones: “Creo que si el miedo no me paralizara, lo seguiría haciendo”, dijo, tras un segundo de duda.
Los policías del procedimiento
Los policías que participaron en el procedimiento en la casa de los profesionales coincidieron en haber recibido un alerta sobre la presencia de un merodeador en la zona de Don Bosco y Brasil. Manuel Matías Ré, que estaba a cargo de la comisión, fue quien primero ingresó a la vivienda, por una puerta ventana que vio abierta desde la calle. “Se escuchaba un leve ruido que venía desde el interior, aunque parecía que no había personas y la casa se veía en desuso”, explicó. “En la casa había plantas de entre 1,50 a 2 metros de altura”, acotó. Entre los policías hubo, sin embargo, una contradicción respecto del momento previo al ingreso, ya que Carlos Alberto Maldonado, que también intervino en el operativo, afirmó que tocaron timbre dos veces y, como nadie respondió, decidieron ingresar; mientras que Ré dijo no haber visto que hicieran sonar el timbre.
