Antonella Mirabelli, una joven de 19 años padecía una anorexia nerviosa y falleció el sábado a la madrugada, en Rosario del Tala, sin recibir asistencia médica por convicciones religiosas propias y de su familia.
La abuela de Antonella, Cielo Roca, explicó al respecto: “No practicamos una religión, nosotros nos juntamos para orar y alabamos a Dios”.
“Los médicos están para la gente que no cree verdaderamente en Dios, y hay que decir que hay gente que va al médico y se muere igual. Antonella se descompensó porque tenía una anorexia nerviosa”, dijo.
También contó que cuando el padre de la adolescente pidió la intervención de la Justicia “vinieron tres patrulleros a buscarla. Le pusieron custodia. Fue un abuso de autoridad. Pero ella tenía una convicción en su fe y por eso no pudieron imponerle nada. Nosotros creemos en el poder de Dios y tenemos paz en el corazón, porque ella murió en paz”, adujo, mientras citó pasajes de la Biblia.
En referencia a los motivos por los que Antonella y su familia se negaban a recibir atención médica, su abuela materna alegó: “No todo el mundo entiende nuestra fe”, y explicó que el acercamiento de la familia a Dios surgió cuando su esposo enfermó de artritis rematoidea y quedó sin trabajo en el banco; no podía caminar ni se quería levantar, pero no lograba que lo jubilaran por incapacidad. Nosotros sufrimos un abandono de persona, con mi hijos todos chicos en ese momento, con mi hija estudiando Abogacía en Santa Fe”.
“Mi esposo quedó sin trabajo, nos cortaron la luz, el gas, ahí conocí la necesidad y nadie nos ayudó, ni de la patronal del banco. En medio de toda una sociedad que nos abandonó, yo conocí a Jesús, pero no a través de las religiones”, añadió.
“Cuando yo no tenía para darle de comer a mis hijos oraba, y Dios me sustentaba”, aseveró la mujer. A su vez, indicó: “Cuando mi esposo estuvo al borde de la muerte, en el hospital le negaban la atención diciéndole que si no tenía para pagar 5 pesos de qué vivía. Hay una manera despiadada de ser en la sociedad, donde falta ese amor y esa misericordia hacia el otro. Él me dijo que no quería ir más porque se sentía mal cada vez que lo trataban así. Nosotros no estábamos acostumbrados a ir al hospital porque antes teníamos obra social”.
“Hizo un tratamiento que le gestionó el director del hospital que había, pero tenía efectos secundarios y no lo quiso seguir. Cuando uno está muy mal, todo el mundo te abandona”, enfatizó, y relató a diario Uno que “finalmente se recuperó por la gracia de Dios. Mi fe y la de mi familia no está en la sabiduría de los hombres”.
“Mi nieta era muy emprendedora, era hermosa. La liberó dos veces: a los 14 años de una esquizofrenia, después de una trombosis. Pensamos que ahora también la iba a liberar”, concluyó.