El Tribunal Oral Federal de Paraná condenó a dos hombres oriundos de Gualeguaychú por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual, en su modalidad de traslado, en perjuicio de una adolescente de 16 años.
Se trata de José Cándido Manzanares, de 71 años, que recibió una pena de siete años de prisión; y Dardo Rubén Darío Campoamor, de 67 años, quien fue considerado partícipe secundario y recibió una pena de tres años y seis meses de cárcel.
Además, los jueces Noemí Berros, Lilia Carnero y Roberto López Arango rechazaron el planteo efectuado por la defensa de Manzanares para que sea beneficiado con el arresto domiciliario, en función de su edad avanzada y los problemas de salud que padece.
Por el contrario, el tribunal confirmó la prisión preventiva, por lo que Manzanares continuará detenido en la cárcel de Gualeguaychú por considerar que en caso de permanecer en libertad –hasta que la sentencia quede firme– representaría un riesgo para la seguridad de la víctima.
Así las cosas, el tribunal dará a conocer los fundamentos de la sentencia el próximo lunes.
Alegatos II. El juicio había quedado en una especie de impasse desde el 10 de marzo cuando se realizaron los alegatos. El fiscal José Ignacio Candioti había solicitado penas de siete años de prisión para los dos imputados, pero después de escuchar a la defensa, el tribunal dispuso sorpresivamente la reapertura del debate para solicitar a la Unidad Fiscal de Gualeguaychú que remita el legajo de una investigación por homicidio que tiene como imputada a María, la víctima de trata en esta causa.
Los defensores Miguel Cullen y Guillermo Vartorelli, por Campoamor, y Mario Figueroa, por Manzanares, plantearon que durante el juicio la adolescente cambió la declaración que había dado durante la instrucción, reconociéndose ahora como víctima de trata, para beneficiarse en la causa por el crimen de Mario Farabello, de 67 años, ocurrido el 19 de julio del año pasado en Gualeguaychú. Es que la ley de prevención y sanción de la trata de personas establece que las víctimas “no son punibles por la comisión de cualquier delito que sea el resultado directo de haber sido objeto de trata”.
Ayer, en una segunda instancia de alegatos, el fiscal Candioti replicó que “la excusa absolutoria no es una aplicación mecánica”, pero enfatizó que “ello de ningún modo obsta la responsabilidad de Manzanares y Campoamor”.
Asimismo, el fiscal apuntó que de esa causa “surge claramente que Manzanares la sigue utilizando como un objeto, como una cosa, le impone una determinada conducta y le dice a quién tiene que ver” aún después de estar imputado por trata de personas. Candioti destacó que el día del homicidio de Farabello, María recibió 12 llamadas desde el teléfono de Manzanares y como respondió, el hombre envió tres mensajes de texto diciéndole dónde y a qué hora debía ver a Farabello. Inclusive, apuntó que María se reconoce como víctima de trata en los momentos posteriores al homicidio, ante los vecinos y policías, que la escucharon en la planta baja del edificio donde se produjo el crimen. “Me quisieron violar, quisieron abusar de mí”, dijo la joven.
Por su parte, Cullen y Figueroa insistieron en que la joven se reconoció como víctima de trata de personas como parte de una estrategia para beneficiarse en la causa por el homicidio, y éste último señaló que María fue al departamento de Farabello con intenciones de robarlo.
Fiestas privadas. El 5 de diciembre de 2011, a las 3 de la madrugada, ambos imputados fueron detenidos en un operativo de control de rutas cuando intentaron cruzar el puente Victoria-Rosario a bordo de una camioneta Peugeot Partner. Con ellos viajaba una joven de 16 años, que se identificará como María. Según dijeron, eran amigos de su madre y se dirigían a la provincia de Córdoba para realizar una operación de compra y venta de vehículos, y la adolescente los acompañaba para conocer. Pero cuando los efectivos de Gendarmería se contactaron con la mujer, ésta les dijo que no los conocía y radicó la denuncia que originó el proceso penal por trata de personas.
En su declaración ante el tribunal, en el inicio del juicio, a través de una Cámara Gessel, María se reconoció como víctima, dijo que Campoamor abusó de ella cuando tenía 12 años, que la mandaba a prostituirse y que a los 13 años la “vendió” a Manzanares, quien continuó explotándola sexualmente. “Me obligaba a ir a los hoteles o a una chacra”, dijo la joven. “En la chacra se juntaban a comer asados y a tener relaciones con pendejas. Yo iba obligada”, explicitó.
La joven habló también de las fiestas, reuniones y asados de los que participaban hombres mayores, donde mantenían relaciones sexuales con adolescentes: “El que quería, antes del asado, y si no, después”, contó María con la voz quebrada por el llanto. María reconoció que sus padres no sabían nada de lo que ella hacía y que “tenía que hacer todo lo que ellos decían, estaba amenazada”.
Así lo ratificó también otra joven, que hoy tiene 17 años, pero que dijo haber conocido Manzanares y Campoamor cuando tenía 12. La adolescente aseguró que “pagaban para tener relaciones con ellos”, dijo que se inició sexualmente a los 12 años y que hasta los 15 años participó de “asados y peñas” que ambos organizaban con sus amigos en las casas de éstos, en el negocio de un dirigente de la liga de fútbol o en un rancho ubicado detrás del cementerio de Gualeguaychú.
Según dijo, “iba un montón de gente grande, como ellos, y llevaban mujeres”. Mencionó a cuatro jóvenes, entre las que nombró a María, la víctima en esta causa, que participaban de esos encuentros en los cuales comían, bailaban y después iban a un hotel donde debían mantener relaciones sexuales con los hombres a cambio de dinero. Las mujeres tenían “16, 17, 20 años, y otras más grandes” y por cada relación sexual les pagaban 250 pesos, contó con detallada crudeza.
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