VILLAGUAY
DROGAS.
Un joven fue condenado por tenencia de drogas, que llevaba desde Paraná hasta Villaguay. Acordó la pena de tres años de prisión con la Fiscalía en un juicio abreviado, donde le bajaron la calificación del delito a cambio de reconocer que la droga era suya. Sin embargo, le dijo al tribunal que personal de Toxicología de la Policía de Entre Ríos le plantó una bolsa con estupefacientes en el operativo. Podría haberse defendido con esta versión en un juicio oral y público, pero entre el riesgo de pasar un año y medio más en prisión si los jueces no le creían, y quedar de inmediato en libertad condicional y regresar a su casa, tras 11 meses en el encierro, no dudó en elegir esta segunda opción.
Darío Javier Ponce tiene 21 años, es albañil, oriundo de Villaguay y tiene un hijo. En la madrugada del 28 de julio de 2011 estaba en Paraná y se subió a un remís. El chofer Miguel Ángel Balcalá condujo hacia los destinos que el joven le indicaba, con destino final la ciudad de Villaguay. Los movimientos realizados le parecieron sospechosos al remisero, quien emitió por radio un código notificando que iba con un pasajero con el que corría algún riesgo. El Renault 19 gris ya iba por la ruta Nº 18, y en el cruce con la ruta Nº 32 se toparon con el puesto caminero policial de Viale, donde se había dispuesto el operativo para interceptar el vehículo.
Así fue que revisaron tanto a Ponce como al auto. Según la acusación, al joven le encontraron la droga: 25 tizas de cocaína, que pesaban más de 350 gramos, y menos de un gramo de marihuana. Más tarde llegó la Dirección de Toxicología de la Policía, que realizó las declaraciones y pericias de rigor. El joven quedó detenido a disposición del Juzgado Federal de Paraná, a cargo de Gustavo Zonis, quien luego lo procesó por el delito de Transporte de Estupefacientes.
Juicio abreviado y doble versión
Así llegó la causa a juicio. Tras una negociación entre Ponce, asistido por el defensor Leandro Dato, y la Fiscal de Cámara Marina Herbel, se llegó al acuerdo de cambiar la calificación penal del hecho: es decir, del delito de Transporte, que tiene una pena mínima de cuatro años de prisión, al de Tenencia simple, de menor gravedad. De este modo, Ponce reconoció haber cometido este delito y aceptó la pena de tres años de prisión efectiva. Como ya llevaba 11 meses en la cárcel de Paraná, ayer quedó en libertad condicional y regresó a Villaguay.
Sin embargo, sorprendió ayer en la audiencia del juicio abreviado, cuando el tribunal le preguntó si, tal como lo manifestó en el acuerdo, se hacía responsable de la tenencia de la droga, a lo que respondió que el total de la droga no era suyo, sino que él solo llevaba una bolsita de cocaína -sustancia a la que es adicto- y dos cigarrillos de marihuana. “Cuando me detuvieron me sacaron la bolsita y los cigarrillos, y me sacaron la ropa en la ruta. Me llevaron a una piecita donde había una bolsa en el piso. Cuando llegó Toxicología me dijeron que cuando llegaran los testigos tenía que decir que era mía, pero no lo dije”, relató Ponce.
Además, otra de las cuestiones sospechosas para la defensa fue que el remisero, testigo de la requisa, fue llamado a ver el procedimiento cinco horas después de la detención del joven, cuando llegó el personal de Toxicología.
La fiscal Herbel aclaró que el imputado no había mencionado estos hechos al momento del acuerdo, y que no tenía problemas en que se desarrolle el juicio oral. Por su parte, el defensor Dato aclaró que, ante el área muy grande de posibilidades que se abre en un juicio, Ponce eligió la pena y la libertad condicional.
Finalmente, el Tribunal Federal en lo Criminal de Paraná, integrado por Lilia Carnero -presidenta-, Noemí Berros y Roberto López Arango, en conformidad con el acuerdo condenó al acusado en el juicio abreviado.
¿Un beneficio o un mal menor?
La modalidad de juicio abreviado es cada vez más utilizada en los tribunales tanto federales como provinciales, pero genera una polémica entre acusadores y defensores, de la cual es difícil salir. El caso de Darío Ponce refleja que, según cómo se lo mire, el resultado puede ser beneficioso o perjudicial para el condenado.
Por un lado, le cambiaron la calificación penal por un delito más leve, por lo cual obtenía una pena que, por el tiempo que ya estuvo preso en condición de procesado, le permitía recuperar su libertad de inmediato. De lo contrario, en el juicio oral corría el riesgo de que lo condenen por un delito más grave y así pasar al menos un año y medio más en el encierro. Pero por otro lado, también existía la posibilidad de que su defensa lograra probar que la droga fue plantada por el personal policial, en un procedimiento irregular, y de este modo salir absuelto. Los elementos estaban, pero por ejemplo si el remisero cambiaba de versión ante el tribunal, se les caía el argumento. El abogado defensor le planteó las opciones a Ponce: “No lo dudó”, afirmó Dato, respecto de la respuesta del joven de aceptar la condena y regresar a su casa.
El juicio abreviado tiene entre sus principales objetivos acelerar los procesos judiciales con el fin de descomprimir el sistema y que las autoridades tengan más tiempo para investigar delitos más graves.
El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Raúl Zaffaroni, dijo tener “mucho miedo” a las decisiones rápidas y advirtió: “Cuidado, no pasemos de los procesados sin condena a los condenados sin juicio porque es una forma extorsiva de hacer desaparecer el juicio”.