PERPETUA PARA ASESINO.
ASESINO A SU MUJER Y LA DECAPITO.
El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de San Isidro consideró a Alejandro Reynoso (40) autor de un “homicidio calificado por ensañamiento y alevosia”, tal como había solicitado en su alegato el fiscal del juicio, Sebastián Fitipaldi.
En el caso del segundo imputado, Sergio Reynoso (21), hijo del primero, y quien había llegado libre al debate con una falta de mérito, los jueces Alberto Ortolani, María Elena Márquez y Gonzalo Aquino, lo absolvieron por el “beneficio de la duda”.
Aguirre (22) fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012, cuando salió a comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, partido de Tigre, donde quedó grabada su imagen por cámaras de seguridad del comercio.
La joven era madre de dos hijos, un varón que ahora tiene 7 años y una niña de 4, que es hija de Reynoso padre, aunque ellos nunca fueron una pareja formal.
De acuerdo a lo establecido en la causa, Aguirre dijo que después de ir al supermercado iría a hablar con el padre de su hija a una de sus pollerías ubicadas en la ruta 9, también en Benavídez, para pedirle el dinero de la manutención de la niña.
Cuando Reynoso fue detenido, se quebró y confesó el crimen ante el primer fiscal de la causa, Marcelo Fuenzalida, en ese momento a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Conexos a la Violencia de Género de San Isidro.
El acusado admitió en esa oportunidad que la noche en que Aguirre lo fue a ver a uno de sus comercios discutieron y él le pegó un golpe en la sien con una chaira para afilar cuchillos.
El imputado declaró que al advertir que la había matado -ahora se sabe por los peritajes que aún estaba viva-, colocó el cuerpo en unas bolsas de consorcio grandes que había en el local, lo cargó en su camioneta y concurrió a su casa de Boulogne, donde estaba su hijo Sergio.
Ya en horas de la madrugada del día siguiente, Reynoso padre aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, un lugar que conocían porque solían ir a pescar, pero que Sergio nunca supo que él llevaba un cadáver ni que en ese sitio lo enterró.
A tres días de la desaparición, en un camino vecinal próximo al puente Urquiza de la isla de Talavera, a metros del límite con la provincia de Buenos Aires pero del lado de Entre Ríos, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer, que luego se determinó que era el de Aguirre.
La cabeza de la víctima recién fue encontrada el 28 de septiembre de 2012, cuando el propio asesino confeso participó de una inspección del lugar con los investigadores y marcó el sitio exacto donde la había escondido, a cuatro o cinco metros de donde había enterrado el cuerpo.