Hace tres años un bebé de apenas tres meses de vida sufrió fracturas en su cuerpo. Luego de la investigación del hecho acusaron a su padre, Jonatan Maximiliano Miano, por haberlo golpeado y ocasionarle las graves lesiones. El joven ayer fue condenado con prisión condicional y recibirá severas reglas de conducta. Una historia como miles, de embarazo adolescente, maltrato infantil y violencia familiar, en un contexto de violencia social y ausencia del Estado. A principios de 2009 nació el bebé de Miano y su novia. Él, de 21 años, y solo con la escuela Primara terminada. Ella, de 15, fue una de las 1.904 adolescentes de entre 15 y 19 años que ese año fueron madres en Entre Ríos (el 23% del total), según cifras oficiales.
La relación era inmadura y más aún la paternidad. Unos meses después, entre el 20 y el 24 de abril de 2009, sucedió lo que se presagiaba con episodios anteriores: el padre zamarreó y golpeó a su bebé, que no paraba de quejarse y llorar. Cuando lo llevaron al médico, este constató que tenía fracturada una pierna. Pero el hecho no quedó ahí, y tras ser investigado se pudo determinar que fue su padre el que le ocasionó la grave lesión. Miano fue procesado por el delito de Lesiones graves calificadas por el vínculo, y ayer se realizó el juicio oral y público por el hecho para determinar su responsabilidad.
Las declaraciones testimoniales de familiares y vecinos recordaron los episodios de violencia y maltrato que se advertían a diario en la precaria vivienda del barrio Mosconi.
Sabía las consecuencias
Al momento de los alegatos, el fiscal de Cámara Leandro Ríos habló de la “amarga necesidad” del Derecho Penal, que da respuesta cuando ya no hay otra solución, y detalló el panorama que al momento del hecho existía en esa familia, de una madre de 16 años y un padre joven que no le tenía paciencia al bebé, aunque siempre “es muy difícil de probar lo que ocurre dentro de una familia”. Ríos aseguró que “Quien ejercía mayor violencia era Miano”, y que a la madre a lo sumo se le puede endilgar omisión, y el niño “fue víctima de esa violencia”.
El fiscal sostuvo que las lesiones que sufrió el bebé no eran por una falta de experiencia de Miano como padre, sino que “en el contexto de violencia no pudo o no quiso operar sus frenos inhibitorios. Miano tuvo una decisión consciente del hecho”. Sus familiares afirmaron que “no le tenía paciencia” al bebé, pese a que le decían que se calme.
Luego, el fiscal consideró que el joven debía ser condenado por el delito doblemente calificado: tanto por el vínculo que mantiene con la víctima, por ser el padre, como por la total indefensión del bebé. “En nuestra sociedad esperamos que los padres no le peguen a sus hijos, y esto le era exigible a Miano”, afirmó Ríos, más allá del contexto y de su juventud. Además, dijo: “Hay que intervenir, estamos de algún modo a tiempo de evitar que esto no sea más que una quebradura. Miano tiene que internalizar normas primarias”, y hacerlo con una pena, pero este es el “gran problema”: “No me siento capacitado para resolverlo yo solo”, reconoció el fiscal, por lo que propuso “dar la chance de debatir cómo punir la violencia familiar”.
Finalmente, Ríos pidió tres años de prisión efectiva para Miano (que con el juzgamiento de la pena podría llegar a ser de ocho meses), y dijo que no se opondría si la decisión final establece que la misma sea de carácter condicional, si también le aplican “férreas condiciones de conducta”.
La cárcel lo va a empeorar
A su turno, la defensora oficial Lucrecia Sabella planteó que tanto Miano como la mamá del bebé “eran dos chiquilines, que más era lo que jugaban que lo que criaban o educaban a su bebé”, por las escenas relatadas por testigos durante el juicio. En este sentido, no descartó la imprudencia en el hecho y las lesiones del niño.
Respecto del planteo del fiscal, Sabella dijo que no cree “que la pena sea la única manera de internalizar las normas” de parte de Miano, y que “la libertad es la regla y la condicional es un derecho del imputado”. Además, aseguró que “la cárcel, aunque sean ocho meses, lo va a empeorar, más que a mejorar”, más aún cuando no tiene antecedentes penales y se encuentra trabajando.
Por esto, la defensora reclamó una pena condicional para Miano, y que le impongan graves tratamientos de conducta, entre ellas uno psicológico y psiquiátrico.
Por último, el representante del Ministerio Pupilar, Juan Alberto Silva Velazco, apuntó: “Estamos frente a una falta estructural con un Estado ausente”, en un caso donde “las intervenciones del Copnaf han sido mínimas”, y que es necesario hacer “un proceso de reeducación y un acompañamiento muy profundo” con los padres y su hijo.
Por esto, el letrado coincidió con el planteo de la defensora Sabella, en cuanto a la necesidad de una condena, pero “meterlo en la cárcel -a Miano- no va a servir”, por lo cual pidió una pena condicional y que tanto él como la joven “sean orientados, que se los trate profundamente, que los asistan, porque el Estado es garante también” de la situación. En este sentido, solicitó al tribunal que “ordene un tratamiento y control”.
El Tribunal de la Sala 1 de la Cámara del Crimen, integrado por Miguel Giorgio -presidente-, Raúl Perotti y Ricardo Bonazzola, adelantó el veredicto en el que condenó a Miano con tres años de prisión condicional.