Lo de Vélez es raro. Hablar de suerte en el fútbol es restarle mérito a otras variables como ser el trabajo, el instinto, la técnica, la táctica, el orden, el pragmatismo, la puntería y otro sinfín de cuestiones que afectan al resultado final; sin embargo lo que ocurre por Liniers encierra algún misterio.
De gran andar en la Copa Libertadores (si hasta le ganó la ida en los octavos de final al buen equipo de Newell’s, con Gerardo Martino como director técnico), el elenco dirigido por Gareca no logra hacer pie en el plano doméstico. Esta noche, otra vez, volvió a perder puntos cuando mereció sumarlos.
Tigre, que venía de caer ante Independiente, se plantó en el estadio José Amalfitani con el gol tempranero de Itabel. Pese a la sorpresiva desventaja el dueño de casa no bajó los brazos y atacó continuamente, primero pensando qué hacer, luego ejecutando.
Así pues fue cómo encontró la igualdad, cuando un desborde de Pocho Insúa terminó con penal sancionado por Sergio Pezzota que el propio 10 canjeó por gol. En ese momento los de la V azulada ya habían hecho méritos para el empate, aunque sin conseguir doblegar al bueno de Javi García.
Ya con el empate en el marcador las acciones se dividían entre unos y otros, sin que ninguno pudiera imponer una clara supremacía en el desarrollo, si apenas Copete desperdició un gol hecho luego de que la fortuna le jugara una buena pasada al Matador permitiendo que tras un quite de Lucas Orban terminara en gol mediante la buena definición de Leandro Leguizamón.