Sus razones, su pasión, su incansable trabajo por los más humildes, por los trabajadores, por los niños, las mujeres y los ancianos, tienen hoy una vigencia absoluta.
Su fervorosa militancia por dignificar al pueblo, su profunda convicción por la justicia social, y su espíritu absolutamente transformador son las guías que sostienen este proyecto nacional, popular y democrático, que es el suyo, el que ella y Juan Perón comenzaron.
Quedan en el pueblo argentino y, en especial, en nosotras, las mujeres, el recuerdo imborrable de sus palabras, que fueron hechos concretos, acciones y obras; su compromiso con la equidad y la inclusión impulsando el voto femenino, nada más ni nada menos que la posibilidad de elegir a nuestros representantes, en igualdad de condiciones que los varones; así como también su concepción transformadora de la justicia social; y lo que es más importante, su dedicación a la causa de los más humildes, porque “donde hay una necesidad, nace un derecho”.
Esto, que muchas veces se olvida, es también lo que le valió el enojo de sus detractores. Hasta el surgimiento de Perón y de Evita, la Argentina era un país en el que la riqueza quedaba en unas pocas manos. Y, gracias a ellos dos, y su gran valentía, supimos que otro país era posible: un lugar donde los trabajadores tuvieran derechos, donde las herramientas del Estado estén puestas al servicio del bienestar de las mayorías, y donde “los únicos privilegiados, sean los niños”, como sostenía una y otra vez.
Por eso, el amor de Evita se hizo doctrina, y su memoria quedó grabada a fuego en el pueblo.
Todos los años que vinieron después no fueron suficientes para borrar su recuerdo. Por el contrario, la vemos volver en esos millones que ella misma anunció: jóvenes, mujeres, trabajadores que levantan sus banderas, su nombre, sus ideas.
Esta irrupción volcánica de la juventud, como dice el gobernador, Sergio Urribarri, es parte de la obra de Evita, y de la decisión histórica de retomar su legado que expresó Néstor Kirchner, que continúa Cristina, y que traduce en esta provincia nuestro gobernador.
Siempre presente, la obra de Perón y de Evita, nos marca constantemente el camino sobre el cual tenemos que caminar, trabajar. Con el recuerdo cercano de aquel “reparador de sueños” que ofreció su vida por este proyecto. Néstor vive en la memoria de su pueblo.
La Asignación Universal por Hijo, el programa conectar igualdad, la incorporación de nuestros abuelos al sistema jubilatorio, la posibilidad de discutir el salario en paritarias, el recupero de la intervención del Estado en la economía, la reestatización de empresas centrales para el desarrollo de nuestro país, la ley del matrimonio igualitario, el acceso a tratamientos de fertilización asistida, el voto a partir de los 16 años son algunos ejemplos de lo que significa esta Década Ganada. Con la redefinición de la política en la mejor y más correcta acepción: como eje conductor de los destinos de la República. Década que mantiene una relación directa con aquella que inauguraron Perón y Evita.
Tal vez por eso las reacciones también sean similares. Se difama y se miente sobre la figura de Cristina del mismo modo que se hizo con Evita. Y cuando golpean a Cristina nos golpean a todas. Sabemos lo doblemente difícil que es ejercer cargos de tanta responsabilidad siendo mujeres. Pero sabemos también de la fuerza de todas y cada una de las mujeres que desde cada trinchera construyen la patria, con vocación y servicio. El mejor homenaje del pueblo peronista a su abanderada es la profundización de este modelo transformador e inclusivo. Por Eva y por Cristina.
Por todo esto, el homenaje a Evita hoy, a 61 años del paso a la inmortalidad, no puede ser sino la militancia, el compromiso, el esfuerzo y el trabajo incansable. Con la certeza y la convicción de las banderas.
Acto en plaza Ramírez
El Consejo Departamental del Partido Justicialista (PJ) rendirá hoy, a las 20, un homenaje a Eva Duarte de Perón al conmemorarse el 61º aniversario de su fallecimiento. El acto se llevará a cabo frente al busto que perpetúa su memoria y la de su esposo, el general Juan Domingo Perón, ubicado en la plaza General Francisco Ramírez.