La inauguración de la Feria del Libro se realizaba con tranquilidad. Los oradores pasaban sin mayores problemas al momento de tomar la palabra hasta que llegó el momento del secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, y lo que comenzó como un rumor a medida que pasaban los minutos se transformó en gritos cuando un grupo de ocho docentes irrumpió durante su discurso para reclamar aumento de sueldos y un mayor financiamiento para los bachilleratos populares. Además, otro sector del público de manera pacífica decidió darle la espalda al secretario para mostrar su desacuerdo, mientras que una parte de los asistentes elevó sus pañuelos verdes para expresar su deseo de oír a Rita Segato, la última oradora de la noche.
A diferencia de los años anteriores, el acceso a esta edición de la Feria solo podía realizarse a través de una invitación, con el fin de evitar el escándalo del año pasado donde un grupo grande de manifestantes no solo no permitió hablar a varios de los oradores, sino que también tomó el escenario en un acto de intolerancia que -de alguna manera- se vuelve a repetir.
Si bien la mayor parte de las manifestaciones se realizaron puertas afuera de la Sala Jorge Luis Borges, eso no amedrentó a los manifestantes que de manera arriesgada forcejearon con las fuerzas de seguridad para ingresar a la sala para hacerse oír.
A medida que Avelluto avanzaba en su discurso, los manifestantes comenzaron a subir el volumen y el secretario de Estado, luego de varios minutos en los que intentó proseguir, debió detenerse y contestó: “Por más que intenten interrumpir no pienso parar de hablar”.
Así, un grupo de ocho docentes logró superar las estrictas medidas de seguridad que rodearon el encuentro y con banderas, carteles y sobre todo gritos no dudaron en violentar un espacio en el que hasta hacía solo unos minutos reinaba la concordia y el respeto.
Infobae Cultura, que participó de la inauguración, pudo constatar que se trataba de un grupo de docentes que reclamaban por aumentos de los salarios y mayor financiamiento para los bachilleratos populares.
Además, otro sector del público de manera pacífica decidió darle la espalda al secretario para mostrar su desacuerdo, mientras que una parte de los asistentes elevó sus pañuelos verdes para expresar su deseo de oír a Rita Segato, la última oradora de la noche.